Administración cavernícola

Administración
Sefiplan FOTO: Archivo
- en Opinión

Rafael Pérez Cárdenas / Una de las ofertas de la actual administración fue precisamente que habría orden en las finanzas y que los recursos se ejercerían no sólo con transparencia, sino con base en un modelo de evaluación de resultados, similar al que se aplica desde hace una década en el gobierno federal. La economía, decían, sería la fortaleza del gobierno.

Con más de cinco secretarios de Finanzas, un desorden administrativo nunca antes visto, y el crecimiento exponencial de la deuda, lo que se vino a confirmar fue la sospecha de que el ejercicio financiero sería igual o peor que con su antecesor, es decir, aplicado de manera discrecional sin el mínimo orden ni pulcritud. A su vez, los Ayuntamientos actuaron a imagen y semejanza.

En parte, esto fue posible porque la administración pública en Veracruz está en la edad de las cavernas. Las dependencias siguen elaborando un Programa Operativo Anual (POA) de forma mecánica, repitiendo cada año las mismas actividades, aplicando en todo caso el valor de la inflación para elaborar el presupuesto anual.

Si bien el POA ha servido para establecer qué se debe hacer, cuándo y cuánto costará llevarlo a cabo, lo cierto es que se trata de un modelo superado en casi todos los países. En muchas instituciones del gobierno jarocho y trovador, el POA carece de mecanismos de evaluación, y peor aún, ni siquiera está prevista sanción alguna ante su incumplimiento. De los resultados, mejor ni hablamos.

Otro problema estructural que presenta la administración cavernícola veracruzana, es que el POA de cada organismo ni siquiera está vinculado presupuestalmente al Plan Veracruzano de Desarrollo (PVD). Por tanto, como ha sucedido estos años, las oficinas de gobierno pueden hacer lo que les venga en gana sin que esto necesariamente tenga que ver con lo que se planteó en el PVD. No es vinculante y por tanto, no hay sanción.

Planteado así, la administración pública estatal y municipal –los Ayuntamientos están aún peor- han vivido en la autocomplacencia y el engaño. Son muchos los casos de éxito que resultan una auténtica charlatanería porque no se evalúan y por tanto no se conocen los verdaderos resultados.

Sólo por poner un ejemplo imaginario: la Secretaría de Educación de Veracruz (SEV) dispone a través de su área de becas la asignación de recursos por 12 millones de pesos a favor de 1 millón 200 mil estudiantes. De esta forma, de manera simplista, el POA establece que se debe ejercer un millón de pesos cada mes durante todo el ejercicio fiscal, con lo que se beneficiará a cien mil estudiantes mensualmente.

Pero resulta que gracias a la buena administración, se lograron ahorros de otras áreas y se realizó una transferencia para ampliar la matricula de estudiantes beneficiados, teniendo como resultado –por citar sólo una cifra-, que se ejerció cerca del 120 por ciento del presupuesto inicial, alcanzado una meta de casi el 150 por ciento, es decir, se logró otorgar una beca a 1 millón 800 estudiantes. Para quienes celebran el éxito del programa, esto es falso.

El POA permite disimular si los resultados no se alcanzaron. Es decir, el propósito no era otorgar becas a un número determinado de estudiantes sino aumentar en un 5 por ciento la eficiencia terminal como resultado del apoyo económico. Y pues resulta que pese a que se cumplió exitosamente con el POA, la eficiencia terminal no sólo no creció, sino que se redujo por una serie de factores no previstos en el programa, y por tanto, en realidad fue un fracaso. Nadie lo sabe porque lo que no se evalúa no se mejora, como dice el Coneval.

Desde hace una década se introdujeran cambios sustantivos en el gobierno federal; se establecieron obligaciones para evaluar los resultados de los programas sociales y los logros obtenidos por las entidades federativas y los municipios con recursos federales. El modelo de Presupuesto Basado en Resultados (PBR) se ha convertido en la esencia de la Administración Pública Federal.

El PBR está alineado al Plan Nacional de Desarrollo, de tal manera que programa o acción que no se inscriba en alguna de sus tres estrategias transversales, está destinado a desaparecer. Para lograr esto, se introdujo además, una metodología única para la elaboración de una Matriz de Indicadores para Resultados (MIR) a partir de una Metodología del Marco Lógico (MML). Acá, todo se redujo el ruido ensordecedor de la “licuadora”.

La del estribo…

Según la Fiscalía del Estado, los sacerdotes habían estado bebiendo con sus propios asesinos. Para la Iglesia, esta versión no es creíble pues se trata de declaraciones apresuradas y sospechosas, considerando que la Fiscalíano se ha caracterizado en ser tan expedita para sacar conclusiones”. Como si faltaran motivos para que la iglesia y el gobierno sigan de pleito.

Todos los derechos reservados. Este material no puede ser publicado, reescrito o distribuido sin autorización.

Comentarios

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *