¿Pepe o Héctor?, el dilema… de Héctor

Pacto
Hector Yunes Landa y José Francisco Yunes Zorrilla
- en Opinión

Édgar Hernández* / 

Proemio.- Vaya mi más cumplido agradecimiento a Uriel Rosas, Presidente del Club de Periodistas de México A.C., capítulo Xalapa, por la distinción que me hace objeto al galardonarme este martes por mi trabajo como moderador de noticias el último lustro en Avan Radio, “En Contacto” y Uninoticias, “La Invasora”. Gracias.

Acaso será la fuerza de la costumbre, tal vez los tiempos cambiaron o llegaron a su fin los anacronismos, pero de siempre en política imperó que el perdedor se marchaba a su casa en esa simpleza, profundamente respetada, de “quien perdió, perdió”.

En otra proporción, pero igual sentido sigue sucediendo con presidentes de la República y gobernadores que al fin de su mandato se autoexilian, incluso para siempre.

No es el caso del señor Héctor Yunes quien por un puñado de votos no tuvo más que cargar con una histórica derrota no vista en 87 años en donde ha podido más su orgullo y dura piel para rehacerse y buscar recomponer su juego en el marco de un PRI estatal semiderruido y con su principal apoyo, Manlio Fabio Beltrones fuera del aparato de poder.

A Yunes Landa, en aras de alcanzar de nuevo la candidatura, le gana el empeño de sesgar los compromisos adquiridos con Pepe Yunes, desmarcarse ahora sí de Javier Duarte con quien jugó al ¡Te quiero! siéndole infiel en lo oscurito y tener el debido cuidado de no volver a jalar los bigotes al primo Miguel Angel Yunes Linares, hoy convertido en poderoso gobernador.

Abrazado a la desprestigiaba bandera priista que tanto resentimiento y división ha provocado entre los veracruzanos, incluso en el voto fiel producto de las corruptelas del gobierno de Javier Duarte, el reincorporado senador de la república, lanza su última, acaso penúltima o antepenúltima carta, levantando el dedo con un estentóreo ¡Quiero!

Para Héctor no hay rubor político. El solo quiere jugar y hacerlo con enjundia, insistiendo en el ¡ahora sí ganaré. Soy el mejor!..

No quiere quedarse fuera un minuto y aunque sea padrino de bautizo ahí quiere estar. Por ello tanta fruición en sus recorridos, tanta vehemencia en su pelicular y convincente diálogo y tanto estar en todo y en nada ya que con los medios de comunicación pasa como con los niños cuando nacen feos, nadie quiere ser padrino, es decir, es magra la difusión de sus eventos.

Hoy, sus simpatizantes tienen la palabra, solo con la unidad saldrá adelante.

Del otro lado del mostrador se mueve, como siempre, José Francisco Yunes Zorrilla ¡Llámenme Pepe! Sin aspavientos, esperando tiempos, sin desgarrarse ni entrar en desplantes mediáticos.

El, a lo que está.

Antes de ser mencionado como el aspirante número a la gubernatura antes de que se calentara el granizo, su chamba era la encomendada por la ciudadanía, traer recursos a Veracruz.

Así lo ha hecho. Casi 4 mil millones ha llevado a más de 150 municipios, a los más pobres. Trae relación institucional con los dos gobernadores; no pelea con Héctor aunque le ha dejado claro que no abandonará la plaza sucesoria para entregársela y su fuerte es México.

Hoy que el juego de poder está definido a nivel federal, que la sucesión presidencial habrá de pasar por Veracruz y de lo que se trata es de rescatar la plaza sin entrar a las mentadas de madre con Yunes Linares, ni si hijo Miguel que ya desde ahora está siendo proyectado para la gubernatura sexenal del 2018, quien tiene todo el apoyo es Pepe, que no Héctor.

Perteneciente a la generación del cambio que encabeza el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, quien eventualmente habrá de empujar a José Antonio Meade para la presidencial y a Pepe Yunes para la gubernamental con la bendición del presidente Enrique Peña Nieto, todo es cuestión de tiempos.

De tiempos políticos.

Pepe entra, no de la mano pero sí a la par de Miguel Angel Yunes Linares en pos del rescate de Veracruz. No habrá confronta, si distancia. No habrá, por ahora disputa de territorios o parcelas partidistas, las clientelas están divididas y cada quien con su cada cual.

Para Pepe el compromiso es reestructurar al PRI enviando al basurero de la historia a las rémoras del Duartismo, acto seguido preparar las municipales en el entendido que quien los gane se lleva la gubernatura.

Ahí está la clave.

Mientras al PRI con un dirigente a la altura de Américo Zúñiga, habrá de tocar remover todo el lodo y escombros y construir un nuevo PRI, así como sentar las bases de la gran contienda, la sucesión.

Habrá recursos del PRI federal, pero los que marca la ley lo cual obliga a un trabajo partidista de convencimiento no de compra de votos.

Habrá también todo el respaldo de México para construir la circunstancia en favor de Pepe que ira acompañado en esta rara homologación de periodos electorales, con nuevos aspirantes a diputaciones locales en el convencimiento de que es posible alcanzar una bancada no de carro completo, pero si pareja con Morena y la alianza PAN-PRD.

Así que el paquete no es menor. Cuatro elecciones habrá de vivir Veracruz en los siguientes dos años: las municipales, la diputación local, la gubernatura y la elección presidencial.

Pepe está preparado.

Sabe y así se lo ha dicho a Héctor en torno a que su alianza es “indestructible”, nada más que cada quien en su lugar y del Duartismo mientras más lejos y tras las rejas, mejor.

De ahí la urgencia del PRI nacional para desmarcarse antes de cien días del gobernador saliente Javier Duarte y que proceda el Congreso de la Unión a su desafuero para que se llevado a un juez y aclare multimillonarios desvíos de dinero de las arcas públicas.

La amenaza de Miguel Angel de poner el prisión a Duarte al arranque –la primera semana- de su mandato, ha obligado a los estrategas federales a ganarle el brinco y ser primeros en arrebatar la bandera a la oposición en donde ya hay quien incluso torpemente ha manifestado que Yunes Linares se está colocando como aspirante presidencial.

Es una carrera contra el tiempo.

En tanto Pepe, en lo suyo. En días pasados ha declarado que el “principal enemigo a vencer es la pobreza”. Acaso tiene razón.

Apoyar, pero de verdad apoyar a los pobres, es la clave de una democracia con justicia social, de un ejercicio de la política real y la única forma de alcanzar la simpatía de las mayorías.

De otra suerte va a estar muy cabrón que el PRI regrese al poder.

Tiempo al tiempo.

 

*Premio Nacional de Periodismo

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