Resulta admirable el carisma de la esposa del presidente Obama; sin embargo, la crianza de sus dos hijas es un gran mérito de un hombre y una mujer que no se dejaron deslumbrar por los excesos, del poder. La primera dama, Michelle Obama, habla a menudo sobre sus esfuerzos para que sus hijas tuvieran una infancia y una adolescencia lo más normales posible, lo que puede explicar el trabajo veraniego de Sasha.
Resulta que la más pequeña de los Obama, de 15 años, ha cambiado el lujo de la Casa Blanca por el ajetreo del restaurante Nancy’s, en la zona turística que su familia frecuenta cada verano en la exclusiva isla de Martha’s Vineyard, en Massachusetts. Sasha se encarga de la caja en la ventanilla donde los clientes piden comida para llevar, limpiar las mesas y preparar el restaurante para su apertura a la hora del almuerzo, según el diario Boston Herald.
Qué contraste con la primogénita del presidente Peña Nieto, Paulina Peña Pretellini, que sólo se la pasa en las portadas frívolas de revistas de moda. Hasta en eso nos ganan los gabachos.
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