Pero Javier Duarte tenía otra misión, y esa era preparar el gobierno para que el hijo de Fidel Herrera y de Rosa Borunda, un sujeto de triste estampa también llamado Javier, pudiera sucederlo. Sin embargo, desde un principio el gobierno de Duarte fue tan mal llevado que nunca se presentó la oportunidad, ni siquiera para hacerlo diputado federal, por lo que Fidel Herrera tuvo que pagar a Manuel Velasco, y al Partido Verde, para hacerlo diputado plurinominal en Chiapas.
A lo mejor a eso se refiere Fidel cuando declara para El Economista: «Lamentablemente mi sucesor no fue lo que yo esperaba y en medio pues hizo cosas que no tenía que hacer». Para los veracruzanos, Javier Duarte fue el gobernador más corrupto, torpe, ávido y desenfrenado que hemos tenido, y eso es más que una simple decepción, para nosotros fue una pesadilla; sigue siendo una pesadilla.