A lo mejor le quede bien visitar países en donde las dictaduras o las monarquías obligadas estén bien asentadas. A lo mejor ni siquiera debería salir del país, y dedicarse a gobernar. A lo mejor debería pensar bien en los beneficios de sus reformas y contemplar la pertinencia de echarlas para atrás.
Enrique Peña Nieto pensó que la píldora de sus falaces reformas nos las íbamos a tragar todos, menos sus compinches los grandes empresarios. Pero ya se dio cuenta que ni dorándonos la píldora nos tragaremos la mentira de esos beneficios que a más de dos años de implementadas las reformas, no se ven por ningún lado.