Hasta hace poco, el Comité Ejecutivo Nacional del SNTE tenía en cada entidad uno o dos edificios sindicales, hoteles para los maestros y, a veces, centros recreativos. En la capital del país, además de sus sedes, posee el IEESA, la Biblioteca Nacional de Educación, la Fundación SNTE para la Cultura del Maestro Mexicano (que funciona en la casa que fuera oficina de don Carlos Jonguitud), un centro recreativo llamado El Portal del Sol, y la Casa del Maestro, donde viven los integrantes del CEN venidos de provincia con servicios de hotel, gimnasio y baño turco. Para uso del secretario general, el SNTE poseía un jet de 12 plazas.
Desde luego que todos estos bienes procedían de las cuotas sindicales. Aunque el SNTE sostiene que afilia a un millón 200 mil trabajadores —porque suele sumar el número de plazas y hay maestros que tienen varias—, un cálculo más realista podría ser que tiene 800 mil miembros.
Lo que muchos maestros desconocen, o no presta atención, es que cada uno de ellos aporta al SNTE un peso diario. Esto significa que el sindicato magisterial recibe todos los días al menos 800 mil pesos. Si le echamos lápiz, resultan conservadoramente, ingresos de unos 36 millones de dólares al año. Ahora entienden por qué los seccionales cuentan con abultadas carteras y chequeras en el banco, ranchos paradisiacos, cadenas de autobuses y carros de volteo, casas y propiedades en el extranjero.
Los borregos no piden cuentas solo obedecen a su líder charro o al gobierno en turno