En su más reciente artículo, el periodista Armando Ortiz nos muestra por qué la famosa Ley 3 de 3 no debería de ser necesaria: «Es absurdo imponer una ley para que los hijos quieran a los padres, o una ley para que los padres quieran a los hijos. Esa “ley” se va dando de manera natural, con el cariño y la convivencia, con el ejemplo de los padres y la correspondencia de los hijos. Una ley que obligara a los hijos a querer a los padres sólo estorbaría, una ley que sancionara a los hijos por no querer a los padres sólo sería opresiva y las familias que no hayan logrado ese afecto y convivencia entre ellos sólo la usarían para dañar al otro.
»Hay una ley que obliga a los esposos a ser fieles a sus esposas: “Se aplicará prisión hasta de dos años y privación de derechos civiles hasta por seis años, a los culpables de adulterio cometido en el domicilio conyugal o con escándalo”. ¿Ha evitado esta ley que los cónyuges se mantengan unidos? ¿Ha evitado esta ley que los hombres busquen otra mujer o que las mujeres busquen otro hombre? ¿Ha mantenido vigente esta ley el vínculo familiar hasta hacerlo irrompible? (…)
»Una ley que obligue a los diputados, senadores, alcaldes, gobernadores, presidentes de la República y cualquier funcionario público a ser honesto es el colmo del absurdo. Porque en esencia ellos deberían ser honestos; se supone que los elegimos o fueron designados por su honestidad, por su honradez».
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