¡Todos a votar!

Voto
Día de votación
- en Opinión

Édgar Hernández* / 

¡Votar no es elegir al azar un nombre, sino participar democráticamente en el cambio que espera Veracruz!

No median arriba de tres semanas antes de que se decida el destino de Veracruz

Y en medio de querellas, debates, reclamos y una singular guerra sucia, prima la urgencia cívica de acudir a votar y decidir que queremos para nuestra tierra. Más que en los siguientes dos o cinco años habremos de decidir que queremos para el futuro después de una larga y ominosa pesadilla.

Y hoy, a querer o no, es importante reflexionar sobre la importancia del voto.

Y es que el sufragio es mucho más que simplemente elegir a un candidato: es una forma de ejercer el derecho a ser protagonistas de nuestro propio tiempo y destino.

Muchos ven en las elecciones el remedio a los problemas políticos o la forma de acabar con los malos gobiernos sustituyéndolos por otros como es nuestro caso.

Por otro lado, hay quienes las consideran el medio de defender una ideología o posición política, o, simplemente acceder al poder. Y lo peor, hay quienes no les dan importancia las relegan a un segundo plano e inclusive las ignoran.

Pero más allá de estas opiniones, el voto es una conquista que ha costado mucho a la humanidad: un derecho que permite al hombre ejercer la libertad individual y ponerle límites al ejercicio arbitrario del poder.

Durante siglos, lo que hoy se conoce como el ciudadano común, vivió gobernado por quienes detentaban el poder, sin poder decir nada sobre su destino.

En esa situación, la dignidad personal, elemento fundamental de la naturaleza humana prácticamente no existía.

El hombre vivía sumido en el miedo y la superstición ante lo desconocido; víctima de la incertidumbre y la constante dependencia de un amo que ordenaba su vida y, se le presentaba como el único sustento de su existencia.

Poco a poco, sin embargo, se  ha venido evolucionando en progreso moral y político y esos estados de esclavitud van desapareciendo con el surgiendo nuevos escenarios de libertad.

Hoy en Veracruz tras una larga noche, el oscurantismo total, asoma una esperanza de cambio.

Siete aspirantes que reflejan el sentido de una decena de partidos políticos, un independiente incluido, forman el abanico de opciones por donde se espera se registre el cambio.

Y si ha de ser por la izquierda bienvenida; que si es la hora de la derecha salpicada con la izquierda, que mejor en esa extraña amalgama. Que si vamos por el hombre ya que las siglas tricolores apestan… pues vamos reflexionando. O que si es la hora del “Juanito” veracruzano abramos las puertas de esta gran casa que es más que una nación.

Más no dejemos que de manera furtiva se filtre, de nueva cuenta, la ola corrupta que nos ha marcado de manera indeleble. No permitamos más de lo mismo.

Vamos marcando distancia a la Fidelidad y si no es el PRI, que sea el hombre, el más confiable de los pluripartidos.

Y lo más importante, no dejemos de ir a votar.

José Antonio Marina y María de la Válgona escriben la Lucha por la Dignidad, un libro que recoge la historia de la aventura del hombre en busca de un mejor destino. Destacan, entre otras, cosas que “cuando los seres humanos se liberan de la miseria, la ignorancia, el miedo y el dogmatismo tienden hacia la democracia… El hombre quiere estar en las mejores condiciones para asegurar su ámbito privado de libertad”.

Pensemos que votar es una forma de ejercer la libertad individual.

Estamos en las puertas de un proceso electoral inédito por la crisis social, económica y política que vive Veracruz: la propaganda política ha fijado posiciones; la campaña termina en 22 días y las ofertas están sobre la mesa.

Ahora las conciencias individuales tiene la palabra. Estamos a tiempo de evitar el “suicidio político” de dejar en manos de otros nuestro destino para continuar la vida en democracia, que exige mucho más que simplemente votar.

Nuestra vida democrática deberá sustentarse en lo futuro en el respeto, libertad, tolerancia y justicia.

Lo primero que hay que respetar en la vida democrática, es la dignidad de cada persona independientemente de su posición política, económica o religiosa etc. Igualmente, y ya en el plano político, se debe respetar la voluntad de las mayorías y, estas deben respetar y reconocer los derechos de las minorías.

No se puede hablar de democracia sin ciudadanos libres. La libertad es un valor esencial que no debe ser mal interpretado porque tiene un límite: la ley. La pluralidad y la tolerancia son la máxima expresión de la vida democrática.

Las sociedades democráticas no son sociedades de iguales, todo lo contrario: se caracterizan por la convivencia pacífica y compresiva de personas con ideas y formas de vida diferentes y no puede haber democracia sin justica:

Las desigualdades sociales, la impunidad, o la inoperancia de los sistemas de justicia atentan contra la vida democrática.

Lo anterior es, en forma apretada y exageradamente resumida, un perfil de la vida democrática: el 5 de junio se celebra una elección y al día siguiente continúa la vida democrática que debe ejercerse todos los días.

Por tanto el voto es una manifestación de ese apetito de libertad, que nos presenta como ideal la vida democrática, una vida digna y humana para todos.

Acudamos pues el cinco de junio a las urnas. El tiempo se acabó.

Tiempo al tiempo.

 

*Premio Nacional de Periodismo

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