“Li tu plimelo”

Encuestas
Encuestas FOTO: WEB
- en Opinión

Jesús J. Castañeda Nevárez  / Se cuenta que en los tiempos de la revolución mexicana, en la zona de Torreón, Coah., habitaban muchos ciudadanos chinos, los cuales eran víctimas del desahogo de la tensión de los revolucionarios que buscaban identificar adeptos o contrarios poniendo el rifle en la cara de los chinos y exigiéndoles responder “quién vive???”, si la respuesta era “viva Villa” y eran villistas, salvaban el pellejo, pero si decían otra cosa, eran muertos.

Al haber villistas, carrancistas, zapatistas, además de los afines a Díaz o Madero, los chinitos no sabían que contestar, si Villa o Carranza, así que tímidamente preguntaban: “li tu plimelo”. El rudo revolucionario gritaba “viva Villa” y el chinito repetía “viva Villa”. Y si el revolucionario decía “viva Carranza” pues esa era la respuesta y a seguir viviendo.

Las cosas no han cambiado mucho, porque hoy como parte de los procesos de las campañas electorales se ha puesto de moda el uso de las encuestas y no precisamente para conocer al interior de un equipo de campaña cual es la situación del personaje que contiende por un cargo de elección popular, sino claramente con fines de incidir en el ánimo colectivo a favor de algún candidato.

La encuesta puede ser cierta o no, pero de que es útil ni quien lo niegue, porque técnicamente es una muestra o una fotografía de un momento que puede ser completamente diferente el día siguiente, dependiendo del ánimo de la gente y de la influencia de varios factores que pueden modificarlo. “li tu plimelo”

En un ejercicio de una encuesta familiar puede haber varias opiniones: con la mamá vamos ganando con 50 puntos de ventaja sobre cualquier mortal, con los hijos hay empate técnico y con la esposa puede ser una calificación negativa o por lo menos con tendencia a la baja. Darle su justo valor a cada una nos permitirá mejorar.

Las encuestas tienen distintos propósitos; las empresas las usan para conocer el gusto de los consumidores y si un producto gusta más o menos que otro y además comparativamente con los productos de la competencia. Si el resultado les es favorable, publicar el resultado es totalmente contraproducente porque alerta a la competencia y eso es lo que menos se desea; y si es desfavorable con mayor razón se guarda silencio y se ponen a trabajar para revertir esos resultados.

Hoy vivimos en la era de la información y de la tecnología, se percibe una sociedad más informada y participativa, logrando darle la vuelta a malos gobiernos que cierran los oídos a la vox populi y se aíslan en sus propios datos o sus propias encuestas, las cuales pueden ser el resultado de la intención de quedar bien de algunos “extraordinarios” colaboradores que inflan o maquillan los datos; o a que de manera consciente se pretende “engañar” a los ciudadanos con sus cifras alegres.

Aunque los efectos negativos en la percepción ciudadana son evidentes, las respuestas de las encuestas se apegan a formatos tradicionales que también ya cansaron a la gente. La sociedad tiene su propia lectura de las encuestas ante los escándalos de corrupción, de impunidad, de malas administraciones, del desvíos de recursos públicos destinados a programas sociales, proyectos productivos o programas asistenciales, etc., que pareciera que se quieren esconden detrás de encuestas positivas, apostando al olvido de la gente.

Ya no se puede tapar el sol con un dedo; todos los actores tienen algo que esconder y sus propias encuestas sólo ponen en duda si el resultado fue conseguido bajo algún método que pudiera representar como respuesta del pueblo “li tu plimelo”. Ese es mi pienso.

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