El amor no debería tener fronteras

Amor
Jorge Ramos y Diane Guerrero
- en Opinión

Zaira Rosas / Se acerca el momento de celebrar el día de las madres, navegando en internet me topo con un vídeo realizado por caracol televisión que muestra lo más puro y hermoso que conozco hasta el momento, el amor de una madre. En el material difundido en redes sociales vemos a pequeños pedir algunos cambios en sus madres, como poder pasar más tiempo con ellas, comer dulces, menos regaños y jugar más. Para hacer el cambio reciben a una mamá distinta a la suya y al ver a los pequeños llorando se les ofrece decidir entre la versión renovada o su mamá original, todos prefieren a la que tienen aún sin los cambios que pedían.

Termino de ver el vídeo y me emociono hasta las lágrimas porque no puedo evitar pensar en lo afortunada que soy de contar con una mamá increíble, trabajadora y que me ha inculcado infinidad de valores, pienso también en las mujeres de mi familia que igual son una fuente de inspiración para cada uno de mis días, veo el entorno familiar en el que crecí y recuerdo otro de mis descubrimientos en las redes, un nuevo libro: “En el país que amamos”.

El libro escrito por la famosa actriz Diane Guerrero relata su historia personal, con la que sin duda millones de personas se identificarán. Diane nació en Estados Unidos, proveniente de una familia de inmigrantes, sin embargo, cuando tenía 14 años al volver a casa tuvo que enfrentarse con la soledad, el dolor y el miedo pues sus padres junto con su hermano habían sido deportados a Colombia. Gracias al apoyo de amigos de la familia ella siguió con sus estudios tratando de forjar el éxito y la fama con los que hoy cuenta, mismos que ocupa para que su vida, similar a 11 millones de migrantes que viven en el país americano sea conocida y así se generen las leyes necesarias para tantas familias.

Para mí lo natural es el amor, sentirme identificada con el prójimo y reconocer que todos somos seres humanos y merecemos dignidad y respeto, por ello me cuesta tanto entender el odio desmedido que pueden sentir algunos por seres que ni siquiera conocen. En días pasados los mexicanos Jonás Cuarón y Gael García presentaron la cinta “Desierto”, ésta generó las mismas críticas y comentarios de odio que se han difundido en toda la campaña de Donald Trump, el mismo cineasta recalcó que fue ese odio entre seres humanos lo que lo movió a realizar el filme, pues aunque la historia se sitúa en la frontera de México-Estados Unidos, la situación migratoria a nivel internacional se encuentra en un punto crítico. Tal pareciera que lo natural no es el amor y el apoyo de unos a otros sino el egoísmo desmedido en el que cualquier persona buscando una oportunidad en nuestro entorno es un enemigo.

El título original de mi columna iba a ser “El amor no tiene fronteras” pero desgraciadamente las tiene, el muro más cercano y conocido para nosotros es el que nos divide del sueño americano, sin embargo no es el único, Europa también sufre con los miles de sirios que día con día buscan un refugio ante los peligros de su país, México también es eje central del paso de personas en la bestia que van tras la ilusión de una vida mejor. Tristemente algunos sufren demasiado en el peregrinar, otros ni siquiera llegan a su destino. Cada que veo las noticias me cuesta entender que los gobiernos no sean capaces de establecer acuerdos de colaboración pensando en seres humanos y no en fronteras.

Jorge Ramos, periodista inmigrante en Estados Unidos entrevista a Diane Guerrero y se me pone la piel chinita al pensar en la crueldad de una familia separada, lo que debe ser crecer sin la red de apoyo que representan quienes más queremos. Por desgracia, éste es el caso de muchas familias, incluso hay un programa que una vez al año abre por minutos el muro de la frontera para que personas seleccionadas puedan estar al menos unos minutos con quienes aman. Hay quien señala a los migrantes como criminales, seres que no deberían salir nunca de su país de origen, la misma Diane relata en su libro como durante años fue molestada por sus raíces en el colegio y con el mismo ahínco defiende su amor por el país en el que nació. La situación se repite con los más de 11 millones de migrantes que viven del otro lado, no todos nacieron ahí pero han hecho suya esa nación y le entregan todos los días horas de su vida.

La nación que más promociona la libertad, los grandes sueños y oportunidades es donde más se critica y persigue a quienes llegaron buscando ser libres. Utópicamente sigo creyendo que no todo puede ser odio, que las personas no nacen queriendo que mueran todos los demás, tengo la convicción de que todo se aprende y no podemos ser indiferentes a las historias por muy lejanas que nos parezcan.

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