Padres, mientras duermen, ¿saben dónde están sus hijos?

- en Opinión

Luis Ortiz Ramírez / Resulta alarmante el aumento de ilícitos de índole sexual provocado por jóvenes que cuentan con el respaldo de sus padres. Cuentan con dinero para comprar licor en grandes cantidades, drogas a conveniencia, auto y departamento de solteros a su entera disposición. Todo proporcionado por los padres. Los angelitos se  sienten que el mundo no los merece. Saben que si algún policía les reprende, este puede perder su trabajo con una sola llamada de su carísimo celular.

Toda la sociedad juzga a los jóvenes por inexpertos y por su perversidad, sin embargo los padres no salen bien librados. Ellos son cómplices, han  cuidado y criado a su manera,  a un sujeto sin valores que es capaz de cometer la peor de las bajezas. Han dado a luz una generación pérdida en una cueva de impunidad, que les han hecho creer que si hay algún problema para eso están  sus “papis”. Sus queridos cómplices que resolverán con una sola llamada al compadre, al tío, o al amigo que tiene un buen puesto en el poder, cualquier problema que se les presente.

Hace algunos años atrás, llegar después de la hora convenida, era exponerse a encontrar la puerta cerrada. Los padres no daban llaves a los hijos, ni coche, ni  dinero de sobra. Los jóvenes, temían no ser recibidos más,  pues el valor de su familia, en ninguna otra parte podría encontrarla. Se disciplinaban, por su gusto o por convencimiento firme de los padres, que si sabían sustentar su autoridad.

No existían los celulares ni internet. Era muy fácil supervisar amistades. Los amigos eran reales, conocidos, localizables, constatables. Ahora, con todas las ventajas de comunicación, las reglas pueden establecerse igual, sin que ese sea el pretexto «detonador de la indisciplina.» Pues las herramientas son para mejorar, no para empeorar y hay que aprender a usarlas, adaptándolas a nuestro sistema de convivencia familiar. Sin embargo para que esto funcione, es necesario que haya  padres que en verdad se preocupen e interesen por sus hijos.

Por otro lado muchos padres, parecen fiscales, se van al extremo, no hay  necesidad de estar interviniendo sus llamadas, proezas de espionaje, ni de grandes enfrentamientos; con una educación esmerada, firme, amorosa, en la primera infancia, los chicos aprenden a  escoger lo conveniente, y a hablarles a los padres con la verdad.

Los padres deben conocer a todas sus amistades e impedirles salir a citas con amigos imaginarios de la red. Lograr que sus hijos muestren a sus amigos, que visiten la casa, conocerles, autorizarlos a  relacionarse con personas adecuadas. Hay que establecer reglas y vigilar su cumplimiento. Las reglas impuestas, deben ser respetadas por todos, incluyendo a quien las promulga.

Sin embargo, ciertos padres se quejan de que sus hijos no les hacen caso, que no los respetan.  Pero como se puede pedir respeto, cuando el padre, pone el mal ejemplo, no es congruente con lo que dice, es permisivo, y en ocasiones no llega a su casa.

Por eso mientras usted está durmiendo pregúntese, ¿Sé dónde está mi hijo(a)?

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