Tiempo de perdonar…

- en Opinión

Luis Ortiz Ramírez / Por estas fechas de vacaciones de semana santa, algunos aprovechan para salir a las playas o levantarse un poco más tarde. Otros ocupamos estas fechas para reflexionar y ver el recuento de los daños por nuestra forma de ser con los demás. Ya en casa y rodeado por mis seres queridos llegue a la siguiente conclusión: En los tiempos de abundancia sobran los amigos y los halagos, cuando esta se aleja, también se marchan los que dijeron ser tus amigos, se van junto con sus halagos. Por eso me gusta saber reconocer y dar el mérito a los que están contigo en la pobreza o en la riqueza. Cuando el éxito toca a la puerta, comprendo que este viene acompañado en  muchas ocasiones de aduladores. De la misma manera, cuando la derrota se acerca, comienzo a reconocer a la gente que  me da espalda. Son pocos los que están con uno en las buenas y en las malas. No sabría definir con exactitud hasta donde llega la amistad ni hasta donde debemos ceder nuestros propios, gustos e intereses. Me ha tocado estar con gente que es muy disponible y agradable, sin embargo también me ha tocado tener que soportar sus miedos y frustraciones, sus momentos de ira y desesperación. De la misma manera considero que muchos han sido testigos de mis silencios, me encanta el silencio, me desagrada el ruido y la gente que habla mucho. Algunos piensan que el estar callado es sinónimo de estar enojado. Pero prefiero a la gente que sabe hacer preguntas, que cuestiona en el momento preciso. Tal vez parezca una postura muy individualista y egoísta, pero considero que los seres humanos tenemos derecho a escoger los espacios y a las personas que queremos tener cerca. Y es que en la vida existen personas de todo tipo, algunas son amables cuando están en el trabajo o acompañadas por otros, pero en casa son otro tipo de personas, son iracundas y lastiman a lo suyos. Otros se conducen con una cortesía exagerada, que pareciera que andan haciendo proselitismo electoral. La mayoría se conduce de acuerdo a sus intereses e intenciones con los demás.  Algunos buscan amistad, porque se sienten solos, otros no lo hacen porque no saben cómo ser y como hacer amigos. Lo que es muy cierto es que la vida es muy triste cuando se vive en la soledad. Todos los humanos tenemos la necesidad de compartir y de recibir, de amar y ser amados, de sentirse protegidos y de proteger a otros, sin embargo estamos y somos muy propensos a pensar solo en nosotros mismos. En ocasiones perdemos el tiempo de la manera más estúpida. Dejamos de hablar a nuestros familiares, amigos o vecinos, mucho tiempo. Debido a un mal entendido o por una causa que consideramos suficiente para alejar nuestra presencia del supuesto ofensor. Resulta tonto, como el orgullo nos hace sentir heridos e importantes, como para retirar de nuestra vida a seres imperfectos como nosotros. No aceptamos la palabra perdón, nos cuesta más, que esta salga de nuestra boca, cuando es necesario reconocer que somos en muchas ocasiones nosotros, los que hemos ofendido a los demás. Hace más de 2 mil años un hombre  humilde y altruista, marco y detuvo el tiempo. Camino por los caminos polvorientos de este mundo para hacer amigos y acercarlos por el camino de la verdad y la justicia. Pero fue rechazado con un dolo y egoísmo que finalmente lo condujo a morir de una manera muy  deshonrosa. Y aunque este hombre tenía el alma pura y limpia fue enmarcado por los maleantes y asesinos. Este hombre murió y sufrió.  Sus seres amados lo vieron  agonizar hasta morir. No obstante a pesar de la  humillación y el dolor, sus últimas  palabras fueron: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”. Este hombre nos dejó un dechado de perdón, nos enseñó que es posible perdonar, cuando en verdad amamos a los demás. Nos enseñó a no tomarnos tan enserio y a pensar, que es  mejor perdonar,  a vivir toda la vida supeditado al rencor y el odio.  Pensemos que la vida es muy frágil,  que en cualquier momento,  podemos morir. Como lo dijo el sabio rey Salomón, “somos como una neblina que se desvanece rápidamente.” Por eso si tenemos algún pendiente con otros o hemos ofendido o nos han ofendido, es tiempo de perdonar. Total, ya alguien nos enseñó cómo hacerlo. Y fue una lección perfecta de amor y perdón.

Todos los derechos reservados. Este material no puede ser publicado, reescrito o distribuido sin autorización.

Comentarios

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *