Los memes de Javier Duarte

- en Investigación, Opinión

Armando Ortiz / Según su definición original un meme es una unidad de información mínima que se puede trasmitir o replicar. Una definición más completa dice que «la cultura se constituye por la información acumulada en nuestra memoria y captada generalmente por imitación (mímesis, de ahí meme), por enseñanza o por asimilación; y a esta información se le puede llamar memes» (Teoría social y memes; Cristián Santibáñez).

Pero para el ciudadano de a pie, un meme es esa idea que encontramos en las redes sociales ya sea por medio de texto, imagen, video o cualquier otro medio virtual en el que un sujeto manda un mensaje, que puede ser leído por un gran cúmulo de personas. Un meme debe contener información abierta, general, distinguible para un cierto tipo de comunidad; un meme universal sería ese que las personas de cualquier raza, edad o nacionalidad puedan comprender por la información que contiene.

De modo que los memes son una manera de trasmitir información, en el mejor de los casos información llena de ironía, mordacidad y sarcasmo. Es por ello que los memes no suelen ser para todos, porque hay personas que no saben distinguir el sarcasmo. Pero cuando el meme funciona, funciona bien, deposita su mensaje en el receptor, la replicación del meme es la manera como el receptor responde, de tal modo que mantiene el ciclo vivo hasta que se viraliza.

Pero hay quienes piensan que los memes son para personas ociosas, para aquellos que a falta de discurso sólo les queda la imagen elaborada, el video o el texto que contenga aquello que de otra manera no podríamos decir. Quizá por ello los memes están más relacionados con una población joven, adolescente, impúber, porque ellos no tienen elementos discursivos para argumentar; su discurso es un meme, su diálogo es la replicación; la viralización del meme les podría causar una catarsis orgásmica.

Podríamos decir que las personas que poseen habilidades discursivas no requerirían del meme; una persona que sabe argumentar no debería requerir esta herramienta lingüística.

La amplia reflexión viene al caso por la impresión que me causara que un gobernador, el de Veracruz, Javier duarte de Ochoa, se valga de este instrumento lingüístico para comunicar la idea que en el discurso no le surge.

El día lunes apareció de manera viral un video en el que unos profesores (así los califican los que suben los videos) lanzan consignas en contra de un Duarte. El lugar es el café de La Parroquia. Se ven imágenes de personas de edad sentadas en las mesas y coreando al unísono «ratero, ratero, ratero». El remitente de esos calificativos es Javier Duarte. Los maledicentes del gobernador aseguraban que Javier Duarte fue corrido del café La Parroquia por los comensales. La verdad es que el gobernador no estaba presente y los gritos iniciaron cuando a alguien se le ocurrió, como en una porra, lanzar el primer grito.

Por supuesto el gobernador aclaró que eran falsas las suposiciones de que él estaba ahí. «Es falso el incidente de hoy en el café de la Parroquia en #Veracruz, informo que desde temprano me encuentro despachando en #Xalapa». Hay una inexactitud en el tuit del gobernador. El incidente no es falso, sucedió, los gritos se dieron, los calificativos hirieron. Falso fue que él estuviera presente y que lo hubieran corrido.

La impresión de la que no me puedo recuperar es que el gobernador se valiera de un meme para lanzar un mensaje, un reproche con el que demostrara su inconformidad. En el meme, unas personas con anteojos de realidad virtual están mirando lo que no sucede a su alrededor. El texto que acompaña a la imagen es: «COMO CUANDO TE MANDAN A GRITARLE A UN DUARTE IMAGINARIO EN LA PARROQUIA!»

Javier Duarte es el gobernador de Veracruz, un adulto que puede argumentar y articular discursos, entonces, ¿para qué usar este tipo de herramientas lingüísticas que nos son los de un mandatario? ¿Nos está gobernando un adolescente?

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