¿Quién defiende a Duarte?

Diputados
Javier Duarte de Ochoa
- en Opinión

Filiberto Vargas Rodríguez / Dicen que conseguirle «buena prensa» al jefe, con maletas repletas de billetes, lo puede hacer cualquiera. Que lo realmente difícil es construir una buena imagen a partir de la razón, del convencimiento, del permanente contacto con los comunicadores, de la argumentación coherente.

Este jueves fue un día más, normal, cotidiano.

Este jueves, como ha venido sucediendo en los meses recientes, las plumas más leídas del país y las de Veracruz, se refieren a esta entidad y a su Gobernador. Todas, sin excepción, censuran el desempeño de Javier Duarte y de sus colaboradores. Muchos piden su renuncia, otros hasta la cárcel.

En el periódico Excélsior, en su columna «Arsenal», Francisco Garfias, hace un detallado recuento de lo sucedido con los cinco jóvenes desaparecidos en Tierra Blanca y sentencia: «Pero en Veracruz no pasa nada. No se diga ya con el gobernador Javier Duarte. En sus cargos siguen el fiscal Luis Ángel Bravo y el secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez».

En el periódico Milenio, mientras tanto, Carlos Puig se refiere al asesinato de la reportera Anabel Flores. Comenta que tras hacerse pública su desaparición «la fiscalía del estado de Veracruz no tuvo mejor idea que enviar un comunicado en el que aseguraba que se seguirían todas las líneas de investigación, pero incluyó solo una: la presencia de Anabel en 2014 en un evento público donde se detuvo a un delincuente». Y remata: «Eso no sorprende. El estado lo gobierna Javier Duarte, recordemos».

Y en el mismo periódico Milenio el periodista Jorge F. Hernández comenta: «Se sabe también que en el gobierno del estado de Veracruz existe la presencia de por lo menos un obeso porcino de voz tipluda y raras maneras que ha declarado su admiración por el llamado generalísimo Francisco Franco y su régimen dictatorial, más allá de la identificación con su baja estatura, las botas o la voz».

Martín Moreno, en el portal Sin Embargo, se pregunta qué se les puede decir a las madres de los cinco desaparecidos de Tierra Blanca y expresa: «Con la noticia de que Bernardo y José Alfredo están muertos, la esperanza se apaga, la rabia crece, la indignación se convierte en un sentimiento negro nacional que día tras días, hora tras hora, se apodera de un México que ve, impotente, arrodillado, cómo sus jóvenes desaparecen sometidos por policías y ejecutados por la delincuencia. Sí, como en Ayotzinapa. Hoy, en Veracruz».

Y en ese mismo medio, la periodista Rita Varela Mayorga afirma que «desde el primero de diciembre de 2010, cuando el priista Javier Duarte de Ochoa asumió la gubernatura de la entidad, las atrocidades han ido creciendo hasta construir una pesada cadena de impunidad que tiene sujeto con grilletes al Estado de Derecho».

En El Financiero, Salvador Camarena se pregunta: «¿Qué le debía Calderón a Duarte que nunca lo tocó? ¿Qué le debe Peña Nieto que lo consciente? ¿Le debían impunidad? Buenos pagadores han resultado esos presidentes».

Y en La Razón, Francisco Cárdenas Cruz comenta que «con el de Anabel Flores Salazar (…) son 17 los periodistas asesinados durante los cinco años del gobierno priista de Javier Duarte en Veracruz, entidad convertida en tumba de ellos y en cementerio clandestino de centenares de desaparecidos, que han sido denunciados con insistencia e ignorados por las autoridades estatales».

Y a nivel local, en el portal Al Calor Político, Miguel Molina señala que «el enfrentamiento del gobierno con la Universidad Veracruzana y el secuestro y el asesinato de la reportera orizabeña Anabel Flores Salazar ilustran con cruel claridad cómo vive Veracruz».

Ahí mismo Manuel Rossete critica a Javier Duarte por querer influir en la confección de la lista de candidatos a diputados locales «sin tomar en cuenta que su periodo se acabó».

Esas y muchas otras plumas y medios cuestionan el desempeño de Javier Duarte y de su equipo de trabajo.

No es que no tengan razón. Pero en un estado tan grande y rico en matices como Veracruz, muchas cosas se estarán haciendo bien (y no se trata de la desafortunada expresión de «las 99 cosas buenas y una mala»). El Presidente Enrique Peña Nieto acaba de visitar Veracruz para reconocer el brillante desempeño de jóvenes estudiantes del sistema tecnológico; Xalapa fue la sede de la Olimpiada Nacional de Biología, en la que los jóvenes veracruzanos tuvieron una destacada actuación, por poner sólo dos ejemplos recientes.

¿Quién defiende a Javier Duarte? ¿Quién se encarga de hacer llegar a la sociedad su versión? ¿Quién intenta convencer a los periodistas de que algo bueno se está haciendo en esta administración, que no todas son malas noticias?

Alguien más que no está haciendo bien su trabajo.

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