Filiberto Vargas Rodríguez / “Para esta novia no hay pena/ puede ser un buen marido/ porque Bueno es cosa buena… por lo menos de apellido”.
Bien dicen que la política es como la rueda de la fortuna, a veces estás arriba, y a veces abajo, y llegado el momento estarás en la misma posición por la que viste pasar otros.
Hace poco más de cinco años, allá por el mes de marzo del 2010, había cuatro aspirantes a la candidatura del PAN al Gobierno de Veracruz: Gerardo Buganza Salmerón (quien ya había sido candidato seis años antes), Miguel Ángel Yunes Linares (de reciente incorporación a ese partido, tras militar toda su vida en el PRI), Julen Rementería y Juan Bueno Torio.
La contienda estaba cerrada, sin embargo, entre la militancia del partido azul destacaba el cordobés Gerardo Buganza, quien estuvo a punto de ganarle, en el 2004, a Fidel Herrera. El propio Julen Rementería, al admitir la fuerza de Buganza Salmerón, decidió declinar y sumarse a su favor.
Juan Bueno Torio, pariente político del propio Buganza, se negó a declinar y se mantuvo en la contienda interna, a sabiendas de que desde el Comité Nacional llegarían los dados cargados a favor de Miguel Ángel Yunes Linares.
Gerardo Buganza renunció al PAN y denunció las componendas que se habían gestado al interior de ese partido para frenar sus aspiraciones. Bueno Torio participó en esos acuerdos.
Hoy, cinco años después, es Juan Bueno Torio el que se siente desplazado. Presenta su renuncia al PAN porque aquel mismo al que respaldó en el 2010, hoy lo bloquea en su afán de alcanzar la candidatura al gobierno estatal.
Juan Bueno Torio se registró en el organismo electoral como aspirante a una candidatura independiente, lo mismo que su pariente.
A estas alturas para nadie es un secreto que Gerardo Buganza buscó en el 2010 una segunda candidatura panista al gobierno estatal, patrocinado por el Gobierno de Fidel Herrera, con el fin de impedir que llegara Miguel Ángel Yunes Linares a la contienda contra Javier Duarte.
El primer objetivo era ganar la interna del PAN y para ello el gobierno estatal invirtió en una intensa campaña promocional a favor de Buganza, quien a esas alturas ya hacía negocios con el oriundo de Nopaltepec, a través de su esposa, Bety Torio.
Al ver que el comité nacional panista estaba empeñado en imponer como candidato a Yunes Linares, se echó a andar el “Plan B”, que consistía organizar una ruidosa renuncia de Buganza al PAN, con el fin de pegarle a Yunes Linares en la línea de flotación y provocar que éste llegara disminuido a la contienda electoral.
Tuvieron éxito. Duarte derrotó a Yunes Linares por una diferencia mayor a la que obtuvo Fidel Herrera seis años antes. El premio para Buganza fue la Secretaría de Gobierno.
Para resolver su propia sucesión, el próximo año, Javier Duarte puso en práctica una estrategia similar.
Compró la voluntad de Juan Bueno Torio y lo mandó a contender por la candidatura panista, una vez más, contra Miguel Ángel Yunes Linares.
La jugada, sin embargo, cambió un poco.
Debido a las nuevas reglas electorales, Bueno Torio tuvo que adelantar su renuncia al partido, pues le sirve más a Duarte como candidato independiente que como un resentido militante del PAN.
El propio Javier Duarte reveló su plan en un desayuno que sostuvo con un grupo de distinguidos militantes del PRI y de comunicadores, en la casa del exdirigente priista en Veracruz, Carlos Brito Gómez:
“La estrategia es simple. Las elecciones se deben ganar antes de que éstas se lleven a cabo. Al adversario hay que aniquilarlo antes, mucho antes. Así el PRI ganó la mayoría de los distritos en los pasados comicios federales, y en otros procesos electorales”, explicó.
Nadie mejor que Pedro Infante para hablar de las virtudes del más reciente exmilitante del PAN:
“Jorge Bueno es muy bueno/ hijo de Bueno también/ y su abuelo ¡ay que bueno!
que se llamara como él”.
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