J. Refugio Esparza Reyes

- en Opinión

Sergio González Levet / —Profe Cuco, ¿cuándo desayunamos? —la pregunta se la hacía yo a menudo, porque era una delicia escuchar a este hombre, toda historia y todo conocimiento de la naturaleza humana, quien fue Gobernador de Aguascalientes de 1974 a 1980, e inició el despegue industrial de aquel estado, que trae un crecimiento anual de siete u ocho puntos y condiciones económicas insuperables en el país.

El profe siempre me contestaba con su sonrisa socarrona:

—Déjeme pedir permiso en mi casa, mi querido amigo, porque debo confesarle que yo soy víctima de un matriarcado feroz.

Lo cierto es que su esposa, doña Jesusita Reyes de Esparza, siempre ha sido un dulce de mujer y una de las personas más queridas entre los aguascalentenses.

Hoy me he acordado de aquella pregunta, porque ya no la podré hacer más: el jueves 12 de noviembre a las 10 de la mañana, el Profe Cuco dejó de existir, a la temprana edad de 94 años (él me aplaudiría la expresión) y rodeado del inmenso amor y agradecimiento de su compañera de vida y de sus hijos, todos hombres de bien, sencillos y amables como lo fue su padre toda la vida.

El niño J. Refugio nació en Mexiquito, una minúscula comunidad ejidal de Asientos, Ags., cerca de Villa Juárez, que es la población más grande del municipio. De familia muy pobre pero decente, como muchos vio en la educación una oportunidad de salir de la miseria, y estudió en la Normal Rural de San Marcos, Zacatecas, de donde salió para dar clases en comunidades marginadas, hasta que se insertó en la política sindical, con tan buen fario que llegó a ser líder de la sección 1 en su estado natal, y de ahí desarrolló una carrera ascendente que culminó con la gubernatura, aunque siguió en otros puestos y asesorías hasta el último de sus días.

Hoy Aguascalientes está de luto. El gobernador Carlos Lozano de la Torre, quien le tenía un profundo respeto y un gran cariño al profe Cuco, decretó hacerle una gran homenaje de cuerpo presente a uno de los aguascalentenses más queridos, si no el que más. No pude estar, pero tengo la certeza de que fue un evento emotivo, honorable, multitudinario.

Don Cuco será recordado como uno de los políticos más honestos en este México tan señalado por la corrupción. Murió sin haberse enriquecido y tuvo oportunidad de hacer el bien a lo largo de su carrera.

Y será recordado por sus paisanos, porque muchas llevan su nombre: el Plantel 1 de Conalep, la Villa Charra de la capital, la Casa del Maestro Jubilado, el Auditorio del Supremo Tribunal de Justicia del Estado y la Medalla al Mérito Sindical que se otorga cada año.

Hay además un busto suyo en lugar preeminente de la Plaza de Maestros Distinguidos, en las instalaciones de la Sección Uno del SNTE.

Se nos ha ido el Profe Cuco a todos los que aprendimos a querer a este viejazo que siempre tuvo un apoyo, una sonrisa y un elogio para quienes se le acercaban. Nos queda su recuerdo, y el ejemplo de un hombre honesto, leal y sincero… se dice poco.

A mis queridos amigos Baudelio y Rubén, sus hijos mayores, mi solidaridad en esta hora triste, que no lo será tanto ante el recuerdo de la inmensa obra humana y material de J. Refugio Esparza Reyes, quien seguramente descansa en paz.

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