Pepe, Héctor y Beto

- en Opinión

Filiberto Vargas Rodríguez / Era enero del 2014. La entidad veracruzana mostraba una inusitada actividad política de personajes que dejaban ver su interés por suceder a Javier Duarte en el 2016. Había, sin embargo, la percepción de que se estaban acelerando los tiempos, lo que dio tema para un breve, pero sustancioso sondeo entre los protagonistas.

El sábado 25 de enero, en un café de la avenida Ávila Camacho de Xalapa, le pregunté directamente al senador José Yunes Zorrilla:

– ¿Por qué tanta prisa? ¿Por qué tan pronto aceleran el paso?

– No lo sé, pregúntale a Beto Silva. Él es el que anda desatado. Lo que yo estoy haciendo es actuar en consecuencia.

Al día siguiente, en un evento de carácter social, me encontré con el otro senador, Héctor Yunes, a quien le hice la misma pregunta. Su respuesta fue muy parecida a la de su colega:

– Pregúntale a Javier Duarte. Porque es él quien acelera a Silva. Javier es el que está apresurando los tiempos.

El lunes 27 de enero del 2014, en un café de la avenida Araucarias, la misma pregunta a Alberto Silva Ramos, en ese entonces secretario de Desarrollo Social del Gobierno de Veracruz.

Se le iluminó la cara, puso una sonrisa traviesa y me respondió:

– Están nerviosos ¿verdad? ¡Claro que soy yo el que ha acelerado la marcha! Yo apenas me estoy sumando a la carrera, ellos me llevan demasiada ventaja. Pero su reacción me dice que los ha inquietado mi activismo.

En las siguientes semanas el panorama cambió. Acosado por un intenso bombardeo en los medios de comunicación, tanto nacionales como de la entidad, el Gobernador Javier Duarte decidió hacer un ajuste en el área de Comunicación Social. Envió a la periodista Gina Domínguez a la Secretaría Técnica del Gobierno, y puso en su lugar a Alberto Silva.

Los senadores respiraron profundo. Habían quitado al presunto delfín de Javier Duarte, de la Sedesol estatal, una oficina que por manejar programas y presupuestos asistenciales, permite a su titular promover su imagen entre los sectores más vulnerables.

Resuelto el problema, tanto Pepe como Héctor Yunes bajaron el ritmo de su activismo en la entidad, en espera de momentos más propicios para llegar con fuerza al momento de la definición.

En ese entonces nadie se imaginaba que Javier Duarte iba a impulsar –y conseguir- una reforma a la Constitución del estado para que su sucesor durara en el cargo sólo dos años, con el pretexto de que así empatarían las elecciones de Gobernador y de Presidente de la República, en el 2018.

El 10 de diciembre de ese mismo año, luego de que acudiera a clausurar la reunión Cumbre Iberoamericana en el puerto de Veracruz, el Presidente Enrique Peña Nieto le dio su anuencia a Javier Duarte para que pusiera en marcha la reforma.

Esa misma noche, el Gobernador, su esposa Karime, Alberto Silva y Érick Lagos no durmieron, pues estuvieron revisando el documento que se habría de enviar al Poder Legislativo, y diseñando la estrategia para su presentación.

Al final lo acordaron. A la mañana siguiente, Alberto Silva convocó a los medios de comunicación a una conferencia de prensa con el Secretario de Gobierno, Érick Lagos, quien habría de anunciar que en esos mismos momentos, en el Palacio Legislativo, el representante jurídico del gobierno estatal, Eduardo Andrade, estaba entregando la iniciativa de reforma a la Constitución de Veracruz para crear un gobierno estatal “de transición”, del 2016 al 2018.

Ese fue el punto de inflexión. A partir de ahí los senadores José Yunes y Héctor Yunes decidieron que irían en busca de la candidatura sin Javier Duarte.

Algo similar había decidido, antes que ellos, el propio Gobernador, que optó por impulsar a uno de sus colaboradores.

No más de tres meses habremos de esperar para saber quien se equivocó.

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