Pepe y Héctor: La congruencia

Civilidad
José Francisco Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa
- en Opinión

Filiberto Vargas Rodríguez / A principios del presente año, en un encuentro personal y privado, en una charla de dos, Pepe Yunes admitió: “Yo estoy interesado por la gubernatura del 2018. Creo que le puedo dar mucho a mi estado si asumo la gubernatura durante seis años. Entiendo, sin embargo, que debo empujar muy fuerte por la del 2016, para conseguir que se den las circunstancias a mi favor en la siguiente elección”.

Su postura fue interpretada fielmente y plasmada en un análisis sobre el derrotero que estaba tomando la sucesión en Veracruz.

Hace apenas un par de meses, luego de un encuentro con empresarios del sector turístico, en Xalapa, en una nueva charla con el senador peroteño, éste cambió su discurso. Dijo que su circunstancia era hoy, que –efectivamente- él hubiera deseado tener seis años para gobernar Veracruz, pero que no podía esperar hasta el 2018, que iría “con todo” en busca de la candidatura del 2016.

Con extrañeza, pero en el afán de reproducir con claridad las intenciones del político, en un espacio similar a éste se plasmó la nueva postura del senador.

Hace apenas 10 días, el sábado 27 de octubre, viajé al puerto de Veracruz para charlar una vez más con Pepe Yunes. El encuentro fue en el restaurante del hotel Emporio. El tema, obviamente, fue la sucesión, pero su discurso volvió a cambiar.

Se dijo inconforme con la designación de “su amigo” Alberto Silva en la Presidencia del PRI y aseguró que no asistiría a su toma de posesión. “Sé que mi ausencia en un evento en el que estará presente mi dirigente nacional, en automático me descalifica para el proceso sucesorio del 2016, pero asumo las consecuencias. Apoyaré con todo a Héctor Yunes y yo buscaré mi propia circunstancia dentro de dos años. Y si tampoco se da, ni modo. Significa que la gubernatura no era para mi”, dijo.

Esta semana en diversos medios de comunicación se han difundido declaraciones del propio José Yunes Zorrilla en el sentido de que “está apuntado” para el 2016 y que está en espera de revisar los términos de la convocatoria.

¿Qué irá a decir mañana?

Héctor Yunes, por su parte, acusó recibo de los comentarios plasmados el pasado lunes en este mismo espacio. Lo hizo con el respeto que siempre le ha caracterizado y si acaso envió un mensaje de extrañeza.

Tal vez valga la pena mayor precisión sobre el tema.

Si se le acusa de incongruente a Héctor Yunes, es por cuestionar la designación de Alberto Silva como dirigente estatal del PRI, cuando él sabe mejor que nadie (porque fue un beneficiario del sistema) que la dirigencia estatal del PRI es un cargo que define, de manera absoluta y sin la necesidad del beneplácito de sus correligionarios, el Gobernador del Estado.

Así sucedió cuando él –Héctor Yunes- fue nombrado dirigente estatal del PRI. Así pasó cuando asumieron el mismo cargo Érick Lagos, Elizabeth Morales y Alfredo Ferrari. Lo mismo sucedió por allá del 2003, cuando Miguel Alemán decidió, en vísperas de que se definiera la sucesión, que Adolfo Mota fuera el dirigente estatal del PRI. Y en ese entonces también eran varios los aspirantes a la candidatura, y nadie cuestionó tal designación, pues entendían que el Gobernador en turno tenía el derecho y la prerrogativa de imponer a quien mejor sirviera a sus intereses.

Pero a pesar de su inconformidad, Héctor Yunes estuvo presente en el evento, cancelando incluso un compromiso hecho con anterioridad. Asistió porque se lo pidió su dirigente nacional y amigo personal, Manlio Fabio Beltrones, lo que habla de que conoce la disciplina partidista y sabe hasta dónde puede llevar su abierta oposición con el mandatario estatal.

Desde hace varios meses Héctor Yunes ha expresado en cada foro que encuentra, su descontento con la administración de Javier Duarte. Ha criticado el desorden administrativo, la falta de seguridad, la impunidad con la que actúan varios de sus colaboradores.

Todas esas son opiniones de Héctor Yunes el senador, el político, el priista, el veracruzano. Opiniones muy respetables y que hablan de un ser humano preocupado por el bienestar de los ciudadanos.

Nunca esas expresiones han sido criticadas en este espacio. Lo que no puede hacer, en el ánimo de “ser y parecer” crítico del gobierno, es descalificar todo lo que haga o decida el Gobernador, pues terminará escupiendo para arriba, como sucedió con el relevo en la dirigencia tricolor.

A veces son vientos del norte, en otras son fuertes suradas. Lo que no se pueden permitir los que aspiren a gobernar Veracruz, es dar bandazos que sólo provocan incertidumbre entre sus seguidores.

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