Contando borreguitos

- en Opinión

Filiberto Vargas Rodríguez / El analista político de El Universal, Salvador García Soto, autor de la columna “Serpientes y Escaleras”, inició su artículo de este jueves con la siguiente reflexión:

“De los estados que tendrán elecciones en 2016, hay uno donde la inseguridad y violencia del narcotráfico prenden focos rojos y son factor de tensión”.

No.

Contrario a los que muchos pensaron (o desearon) no se refería a Veracruz, sino a Tamaulipas, donde, dijo, “a la guerra electoral por la gubernatura, Congreso local y ayuntamientos se suma la que libran los Cárteles del Golfo y de Los Zetas por el control de la entidad, que también marca e influye el proceso electoral, ya sea infiltrando o financiando campañas, o con la intimidación y el asesinato de candidatos, como ocurrió hace 5 años con el abanderado priísta Rodolfo Torre Cantú”.

Hoy en Veracruz se ha acentuado la división dentro de las filas del PRI, como consecuencia de la falta de claridad en el proceso para la selección del candidato que habrá de competir por la silla que hoy ocupa Javier Duarte.

En el afán de destacar entre los que aspiran a esa candidatura, son varios los personajes de la política local que se han lanzado a cuestionar la gestión del actual Gobernador, asumiendo que eso les sumará puntos entre el potencial electorado.

“Si critico la corrupción y el desorden administrativo, estoy enviando el mensaje de que, en caso de alcanzar la gubernatura, no permitiré que esos vicios se mantengan”, razonó uno de los que suspiran por ocupar la principal silla de Palacio de Gobierno.

El argumento cae por su propio peso. Es simplista y le apuesta a que los votantes padezcan de un severo trastorno mental, que les impida reconocer a la misma especie de políticos, capaces de prometer el cielo y las estrellas, con tal de conseguir el Poder.

Pero la carrera sucesoria no sólo se mide por la capacidad de cada aspirante de denostar al gobernante en turno. También mantienen una cerrada competencia por la filtración de “borregos”, esto es, de falsos datos enviados a la prensa.

La clase política no gana lo suficiente para comprar los calmantes que requieren cada que los “acalambran” con otro nuevo “bombazo”.

Que si renuncia Duarte, que si Fidel llega como delegado a la entidad, que si Héctor y Pepe asumen el control del estado, que si Silva entra como “tercero en discordia”, que si Montano “se sacrifica” y asume la gubernatura, que si le ponen alfombra púrpura a Buganza, que si Flavino llega como “sustituto” para terminar el actual período… en fin.

Historias van, historias vienen, y el tiempo termina por desmentirlas.

Hechos concretos, comprobables, son que Fidel Herrera sostuvo una reunión con el dirigente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones; que Javier Duarte acudió a la capital del país a una cita con el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong; que el senador Héctor Yunes Landa también platicó, en otro momento, con Osorio, y que José Yunes Zorrilla ha mantenido un diálogo constante con el titular de la Secretaría de Hacienda y “hombre fuerte” de Peña Nieto, Luis Videgaray.

De los temas que se han filtrado y que parecen tener mayor coherencia, está el del relevo en la dirigencia estatal del PRI. Se dice que sucederá muy pronto, en los próximos días, y que la nueva cabeza del tricolor llegará de la capital del país.

Se habla de otros relevos en la administración estatal, y no se refieren a los que habrán de darse en los primeros días del 2016, cuando Arturo Bermúdez, Juan Manuel del Castillo, Vicente Benítez, Gabriel Deantes, Carlos Aceves y Nemesio Domínguez (por lo menos) salgan en pos de una diputación local. No, se refieren a otros movimientos, en posiciones estratégicas, para fortalecer el equipo que habrá de cerrar la actual administración.

Veracruz, por fortuna, no es Tamaulipas. Acá las cosas no están mucho mejor, pero tampoco son tan graves.

Habrá que estar pendientes, no sólo de los dichos, sin, especialmente, de los hechos.

Ahí estarán las señales que todos esperan.

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