Luis Ortiz Ramírez / A la una con cuarenta y dos minutos de la madrugada, casi media hora después de que un grupo de maestros habían dialogado con el Señor Julio Cerecedo, llegaron los esbirros de Seguridad Pública a la Plaza Lerdo y sin advertencia arremetieron violentamente contra los maestros que ahí se encontraban, los cuales ya estaban retirando sus cosas para liberar la plaza. Los elementos de Seguridad con garrotes en las manos otros con macanas eléctricas, golpearon a maestros y maestras, decomisaron celulares, megáfonos, mochilas, La persecución de maestros llegó hasta las inmediaciones del mercado Jáuregui, donde incluso había retenes. Al otro día aparecería el prehistórico líder de la sección 32 Juan Nicolás Callejas Arroyo y sus familiares en los pasillos del palacio de gobierno a escasos 50 metros donde habían golpeado a maestros del sindicato que prometió defender. Pero había otros asuntos más importantes, había que degustar los chiles en nogada y a disfrutar de la música mexicana, claramente se escuchaban en todo palacio las estentóreas carcajadas del viejo cacique. Claro todo con la venia del flamante gobernador del Estado de Veracruz. Todos estaban felices como si no hubiera pasado absolutamente nada.
14 de septiembre de 2013
A dos años del levantamiento magisterial en el estado de Veracruz
Esta carta va dirigida a principalmente a mis compañeros de lucha, pero también a los padres de familia y a muchas generaciones de alumnos a las que les di clases y que hoy seguramente son profesionistas sin empleo. Compañero de lucha: si hay algo de lo que me enorgullezco en mi vida es de ser Maestro, igual que tú. Hace un tiempo leyendo a Paulo Freire entendí al igual que tú, la importancia de luchar por la igualdad de derechos. Esta vez lo hago junto a muchos hombres que al igual que yo, no contamos con apellidos rimbombantes, ni palancas, ni dinero para comprar una plaza.
Tengo la plena seguridad que el fracaso educativo en México tiene dos culpables. Estos son el Estado y los miembros distinguidos del SNTE. No somos nosotros los maestros, como lo vociferan los empresarios en sus propios canales de comunicación. Es muy cierto que nos han humillado, nos han endilgado cuentas que nosotros no consumimos. Fueron ellos, los funcionarios, en contubernio con los avarientos líderes sindicales, mimados por una grey de miles de corifeos que nunca han usado un gis en un gastado pizarrón como sí lo hacemos nosotros.
Por esas razones salí a la calle a marchar como tú, a exponerme a los gritos de la gente que no me bajaba de flojo y revoltoso, como los taxistas, sin embargo no los culpo, también ellos han sido rehenes de las reformas rapaces que se han implementado.
Al igual que tú, compañero maestro, soy de esos que hombres que luchan por conseguir lo que se proponen aunque esté expuesto al ridículo. Soy de los maestros que buscan superarse y que basa su felicidad en cimientos sólidos como son: Dios, la familia, los amigos y el trabajo. Quiero recordarles que la lucha contra los cacicazgos y la injusta reforma educativa, no ha llegado a su fin, aunque muchos quisieran que ésta ya terminara, muchos compañeros ya han sido alcanzados por la Reforma Educativa y a otros les ha ganado el desánimo y la apatía.
Por eso mismo hay que seguir en la lucha, a pesar de las desgarradoras circunstancias y de los golpes recibidos, a pesar del dolor infligido y de la indiferencia vergonzosa y cobarde de muchos, de la incertidumbre, los miedos y las sombras de la duda de muchos compañeros maestros, que marcharon hombro a hombro junto a nosotros, y que hoy ya sin una pizca de dignidad y movidos por el interés de una cuantas horas han regresado a justificar y solapar los cacicazgos sindicales.
Solo recuerda compañero maestro que hoy más que nunca es necesario apretar el paso, seguir adelante desde nuestra escuela, seguir concientizando a una sociedad que se resiste al cambio. Quiero que sepan que este humilde maestro, desde lo más hondo de su corazón se niega a abandonar la lucha Magisterial contra la Reforma y el caudillismo corrupto y cínico de los líderes magisteriales.
Puede que me llamen iluso, puede que me llamen loco y tal vez tengan razón, sin embargo, así le llamaron también a Galileo Galilei, a Paulo Freire y a muchos más cuyos nombres están escritos con letras de oro. Yo no aspiro a eso. Yo sólo quiero que sepan, queridos compañeros de lucha, que sin importar cuántas veces caiga o me tiren, miraré al frente, me levantaré y seguiré caminando en busca de mis sueños, junto a miles de maestros que saben que la dignidad vale más más que la necesidad.
Es cierto que podrán despojarnos de todo, pero estemos seguros que jamás nos quitarán nuestra libertad interior, porque ya somos ganadores. Hoy el maestro mexicano sabe reclamar y exigir sus derechos. Discúlpenme los supeditados al poder pero no hay espacio para los cobardes en mi vida. Estoy muy consciente, al igual que ustedes, de que puedo seguir perdiendo la aprobación de varios y que muchos dirán que estoy en el camino equivocado, pero eso no me quita el sueño. Jamás me podrán arrebatar mi verdadero patrimonio, que es el honor, mi dignidad, mis sueños y el ejemplo de lucha que dejo a mi pequeño hijo. Eso es mi verdadero tesoro. Juntos hasta el final.
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