Los árbitros del fútbol soccer parecieran estar acostumbrados a las críticas, pues cualquiera de sus decisiones en un partido puede afectar a uno de los equipos en disputa. Incluso, es común escuchar la frase “¡arbitro vendido!” en los estadios cuando lo que señalan es considerado injusto por los espectadores. Además, existen programas deportivos en televisión como Los Protagonistas, de TV Azteca, donde dedican un espacio para difundir la peor actuación de los árbitros. Y es que al finalizar el partido de ayer entre Alemania y Holanda en la Liga de las Naciones de la UEFA, cuyo resultado fue un empate a dos goles, el defensor holandés, Virgil van Dijk, quien juega en el Liverpool FC de la Liga Premier de Inglaterra, dio un gancho al hígado a todos los que han sobajado y ofendido a los árbitros, al abrazar emotivamente al colegiado rumano Ovidiu Hategan, pues su llanto era incontenible por la terrible noticia que recibió en el medio tiempo: su madre había fallecido.
El árbitro de 38 años intentaba ocultar sus lágrimas con la mano izquierda, mientras que con la otra agradecía al jugador de Holanda por su acción. Pese a su dolor, decidió soportar durante los 45 minutos del segundo tiempo, enalteciendo su profesionalismo, pero al dar el último pitido, no aguantó más y soltó a llorar. Afortunadamente, muy cerca de él se encontraba el joven de 27 años para consolarlo.
“Me comentó que su madre falleció recientemente. Se rompió y comenzó a llorar. Lo consolé y le respondí que arbitró bien. Me salió ese detalle, espero que lo haya ayudado”, fueron las palabras del jugador holandés frente a medios de comunicación después del partido, una acción que sale del corazón llena de solidaridad y compañerismo, y que representa un ejemplo para la sociedad. Y es que tan sólo en México ocurre lo contrario, pues la gente enarbola el principio “de chingar al prójimo sobre todas las cosas”.
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