Los que son padres saben perfectamente lo que se siente que alguien rechace a sus hijos por alguna causa de discriminación. Sin embargo, los que son padres de un pequeño con alguna discapacidad diariamente pasan por esa situación. Los padres saben que el pequeño se enfrentará a ello en la escuela, tarde o temprano. Por eso, cuando los padres son informados que «algo no va bien» con el embarazo o que el pequeño vendrá con algún “problema”, es absolutamente normal que afloren sentimientos de rechazo, miedo, impotencia o culpabilidad, que no se sienta al hijo como propio (pues no es el que habían imaginado).
Los padres tienen que aceptar primero esa situación y aceptarse ellos como padres de un hijo con necesidades especiales. El Nuevo Modelo Educativo que impulsa la Reforma Educativa, supuestamente busca la inclusión y equidad en las escuelas. No está mal la idea, eso es precisamente lo que los padres de estos pequeños están buscando. Un ambiente de aceptación y armonía para estos pequeños que ya mucho han sufrido en la vida. No obstante, hay que reconocer las deficiencias que tiene las escuelas.
La gran mayoría no cuenta con rampas para sillas de ruedas, ni tampoco con baños adaptados a las necesidades de estos pequeños. Mucho menos con personal altamente calificado para poder atender alguna emergencia que surja. Siendo honestos, todos queremos que haya equidad e inclusión escolar, pero también hay que reconocer que, primero, hay que preparar la infraestructura de las escuelas y, sobre todo, preparar al personal docente.
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