Uno de nuestros lectores nos envió una misiva en la que cuestiona la llegada de José Luis Cuevas Gayosso como magistrado al poder Judicial. Nuestro amable lector enumera los frecuentes casos de corrupción y compadrazgo en los que se vio envuelto quien fuera director de la Facultad de Derecho, situaciones que tienen que ver con el otorgamiento a plazas inmerecidas y hasta de herencias familiares arrebatadas.
Nuestro lector cuestiona: «Por qué habiendo tantas personas brillantes dentro del Poder Judicial del Estado deben escoger a personas externas a él, completamente ajenos del quehacer judicial; por qué no se valora a aquellos secretarios de estudio que cuentan con años de experiencia en la carrera judicial, aquellos que han forjado su trayectoria intachablemente. Por qué no se les reconoce a aquellos jueces que han comenzado desde abajo, escalonando desde oficial administrativo hasta lograr la titularidad de un Juzgado» (sic).
Para algunos la respuesta es obvia, y es que una magistratura es un “premio” por buen comportamiento, un regalo a una persona dócil y manejable, que sabe cómo escurrirse entre la corrupción. No son gratuitas las preguntas que se termina haciendo nuestro lector: «¿En manos de quién dejaremos la justicia en nuestro estado? ¿Cuevas Gayosso es el indicado para dirigir una ponencia en el Tribunal Superior de Justicia? Cuyo único mérito es una administración que deja mucha que desear frente a la Facultad de Derecho de la UV».
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