Armando Ortiz / El modelo educativo de Telesecundaria surge en 1968, durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, siendo secretario de Educación el escritor Agustín Yáñez; a la fecha este sistema ya cumple cincuenta años de vida. La Telesecundaria surge ante la necesidad de llegar a las zonas rurales más apartadas del país, ante la necesidad de alfabetizar a una población que tenía altos índices de analfabetismo. Cabe mencionar que el estado de Veracruz, junto con el Distrito Federal y los estados de Hidalgo, Morelos, Oaxaca, Puebla y Tlaxcala fueron de las primeras entidades que iniciaron con el modelo educativo de Telesecundaria. En ese entonces las clases se trasmitían por la señal de XHGC Canal 5.
Este modelo educativo tuvo tanto éxito y tan buenos resultados que se optó por ampliarlo no sólo a las zonas rurales, sino a zonas urbanas. El sistema se ha venido mejorando gracias a la tecnología y al empeño de los docentes. La metodología de este modelo educativo incluye tres elementos fundamentales: el docente, las clases televisadas y las guías de aprendizaje. La señal llega a los televisores en las aulas gracias a la señal vía satélite de la Red Edusat. Actualmente, gracias al Método Fortalecido de Telesecundaria se han integrado otras tecnologías como la computación y el internet, así como métodos audiovisuales en discos compactos y DVD. Son 50 años ya de la Telesecundaria, un sistema educativo que se ha ido consolidando y que ha rebasado sus expectativas.
Por razones de ignorancia el modelo de Telesecundaria en México ha sufrido de cierto menosprecio no sólo por algunas autoridades incompetentes e insensibles, sino además por un sector de la sociedad que participa de una ilusión elitista. Para esas autoridades y para ese sector “elitista”, sólo las escuelas particulares y las generales y técnicas de la educación pública tienen los elementos didácticos de excelencia para formar jóvenes brillantes. Ni siquiera reparan en los magros resultados que han tenido las escuelas privadas, no sólo en las pruebas Enlace, sino además en las pruebas que patrocina la OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos; tanto en matemáticas como en comprensión de lectura, estas escuelas están muy por debajo del promedio a nivel mundial.
Se ha llegado a creer que una escuela vale por el edificio que sostiene el plantel, por sus maestros con maestrías y doctorados, por sus alumnos provenientes de distinguidas familias. Sin embargo, a esas personas se les olvidan algunos factores determinantes. Uno de ellos es el factor voluntad. Cuando hay voluntad en el alumno no importa el edificio en el que éste se instruya ni los títulos del maestro ni la alcurnia de la familia de donde proviene; cuando hay voluntad por aprender, por salir adelante, los alumnos siempre alcanzan la excelencia. Hay en muchos de los alumnos de telesecundaria una cierta resiliencia (Resiliencia: esa capacidad para sobreponerse de los golpes que da la vida) que los pone por delante de otros sujetos similares. Vale mencionar que en las pruebas Enlace que aplica el gobierno federal y en algunas competencias educativas, los alumnos de telesecundaria han mostrado un nivel educativo semejante al de las escuelas urbanas y en ocasiones hasta las han superado.
Otro factor que las autoridades insensibles y las sociedades elitistas olvidan es la vocación y devoción de miles de maestros. Estos dos factores, alumno y maestro, forman un vínculo que ha sostenido durante 50 años el modelo de Telesecundaria en el país; un modelo emergente, un modelo que era para zonas marginadas, un modelo temporal que ante su eficacia ha rebasado sus expectativas.
Es por ello que viene bien celebrar estos primero 50 años, medio siglo de un modelo educativo que le ha brindado la oportunidad de estudio a millones de jóvenes; un modelo educativo que coadyuva junto con el gobierno federal a cumplir con lo estipulado en el artículo tercero de nuestra Constitución.
Larga vida a las escuelas telesecundarias.
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