Sergio Pitol ha muerto y con él se va la última generación de esos escritores que, como Borges, como Pacheco, como Monsiváis, rendían culto a la literatura y de ella tomaban la materia prima para su obra. Combinar la literatura con la vida misma fue la maestría de este autor veracruzano, ganador del Premio Cervantes de Literatura. Pitol forjó un género nuevo en el que su propia vida, lecturas, viajes, amistades, padecimientos y también alegrías fueron dando forma a una obra que se funda en El arte de la fuga y se consolida con El mago de Viena.
Sus novelas crearon un tríptico que se denominó del carnaval, porque sus personajes rompían con los esquemas de lo cotidiano y se aventuraban a lo insólito, lo inusual. Cuentista, novelista, ensayista y traductor, Sergio Pitol fue uno de los escritores mexicanos más celebrados en Europa, donde desempeñó varios cargos en el Servicio Exterior Mexicano. Hay que decirlo, su final fue triste, porque sujetos sin escrúpulos quisieron montarse en su fama, se valieron de su vulnerabilidad para engañarlo y abusaron de su amistad y de su buena fe.
Esos son los que lo llorarán en público y se regocijarán en privado; esos son los que se refugian en la Rectoría de la UV. Indignos ni siquiera deberían presentarse en su funeral. Ni Sara Ladrón de Guevara, la que les dio refugio y con ello se burló de Pitol y de su familia, ni Rodolfo Mendoza Rosendo, que hizo de Pitol su muñeco de teatro guiñol; había que decirlo.
Muere Sergio Pitol y los lectores lo lamentamos; muere, pero deja una obra viva que debe ser ponderada, que debe ser entregada a las nuevas generaciones. Muere Sergio Pitol este 12 de abril de 2018, a unos días de conmemorar la muerte de Cervantes.
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