La parte más sensible de la sociedad son sus niños. Son los más vulnerables. Los padres se valen de sus organizaciones que son las que se encargan de formar, cuidar y proteger a sus hijos. La escuela, la iglesia, la comunidad y la familia son instituciones donde los niños buscan refugio. Sin embargo, cuando los representantes de estas instituciones, que se supone son los encargados de brindar protección, abusan de sus familiares, feligreses o alumnos, la desilusión es muy grande.
Pues después de 20 años, Carlos López Valdés fue sentenciado a 62 años de cárcel por el delito de abuso sexual. Jesús Romero Colín indicó que desde 2008 interpuso su denuncia contra el sacerdote López Valdés ante la Procuraduría General de Justicia (PGJ) capitalina, sin embargo, la mano del excardenal Norberto Rivera Carrera, impedía que se aplicara la justicia. Este personaje que hace poco renunció por edad, movió todas sus influencias para que el caso no avanzara.
Y eso, a pesar de que el caso ya había llegado a oídos del sumo pontífice, el Papa Francisco. El mismo pontífice le manifestó que sentía “dolor” y “vergüenza” por su caso, y le pidió «perdón en nombre de la Iglesia». Es cierto que una golondrina no hace verano. Pero hoy sí hubo justicia para Jesús Romero Colín, quien fue abusado cuando tenía apenas 11 años de edad.
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