Armando Ortiz / El programa La Revista de Carlos Romano, trasmitida por Radio Universidad Veracruzana cumple 30 años. Yo escucho el programa desde que mi hermano Luis me dijo que había un programa en radio que ponía música de Silvio Rodríguez y de Pablo Milanés; era el final de la década de los ochentas. Cuando en 1992 trabajé en el taxi, lo primero que hacía al subir a mi unidad era poner el programa que entonces duraba 3 horas. La Revista ponía música que pocos programas de radio se atrevían a trasmitir; ya a finales de los 90s, cuando Nicho Hinojosa hizo famosa Ojalá de Silvio Rodríguez y Mijares interpretaba Alfonsina y el mar, ya de repente todos se sentían alternativos. Pero La Revista, en ese sentido, fue pionera, como pionera fue por sus comentarios de literatura, por las versiones radiofónicas de El beso de la mujer araña de Manuel Puig o El perfume de Patrick Suskind, así como las lecturas de Ignacio Solares y su Delirium tremens o Hasta no verte Jesús mío de Elenita Poniatowska. 30 años de La Revista con Carlos Romano es un lujo para una universidad a la que le ha pasado de todo; una universidad que desconoce sus prioridades; una universidad que ha enriquecido rectores, rectoras, administradores, administradoras, pero que ha empobrecido su infraestructura. Son 30 años de La Revista y seguimos peleándonos con el mismo conmutador; el internet apenas les llegó por cable, cuando lo de ahora ya es la fibra óptica.
En 1994 La Revista de Carlos Romano fue de los pocos medios que denunció los bombardeos contra territorios zapatistas
En marzo de 1994, cuando el gobierno de Carlos Salinas de Gortari ordenó el bombardeo de los territorios zapatistas, Carlos Romano, a través de La Revista, denunció esa masacre, ese acto barbárico de un gobierno que suponía sus ciudadanos marginados eran una plaga a exterminar. Carlos Romano hizo esa denuncia al tiempo que el público participaba llamando al programa para expresar su sentir que era el mismo de Carlos; no podíamos permitir los ciudadanos que el gobierno asesinara a sus propios ciudadanos. Muchos medios guardaron silencio, pero La Revista no. Algunas de las llamadas que se hicieron fueron para pedir mesura a Carlos Romano, le decían que estaba en juego no sólo su trabajo, sino su integridad. Mientras los medios oficialistas celebraban esa acción militar para eliminar a los “rebeldes”, a los “terroristas”, Carlos Romano siguió con su denuncia, denuncia que había hecho eco en una sociedad indignada, una sociedad que no iba a permitir el exterminio de una comunidad entera; al final triunfó la razón, porque los bombardeos cesaron y Patrocinio González Blanco Garrido, secretario de Gobernación fue renunciado. Para muchos periodistas de hoy la actitud de Carlos Romano, quien puso en juego su trabajo e integridad por lo que él consideraba correcto, es un ejemplo de esa integridad que se requiere para desempeñar este oficio.
22 años de Armando Ortiz en La Revista de Radio UV
En 1996 tuve mi primera participación en el programa de La Revista, que entonces se trasmitía por el 1550 de AM. Yo era radioescucha de este programa desde 1992, cuando empecé a trabajar en mi taxi. Conocía la voz de Carlos Romano, pero no lo conocía a él, la verdad es que me decepcionó; no me lo imaginaba tan güero. Eso le debe pasar a cualquier radioescucha, uno tiende a idealizar la voz cautivante de la persona que todas las mañanas nos invita a empezar el día con optimismo. En esa ocasión acudí con mi amigo Jaime Renán para promocionar un número de la revista Cultura de Veracruz que todavía edita Raúl Hernández Viveros. Nuestra participación le debió parecer a Carlos buena pues de inmediato nos comprometió a acudir una vez a la semana; “por nosotros encantados”, le dijimos, y desde ese día inicié ininterrumpidamente mi participación en La Revista. Hoy, 22 años después, debo ser el colaborador más longevo de este programa. Me extraña, porque si algo he sido para cualquier régimen universitario, es un ente incómodo que todo lo cuestiona. Pero mi sobrevivencia se puede deber a dos cosas. Primero, la apertura de las autoridades universitarias que nunca me censuraron, y segundo, que las cosas que siempre dije estaban sustentadas en mi propia verdad, en esa verdad íntima surgida de la honestidad. 22 años después de mi primera participación y después de cuatro rectores aquí sigo, en La Revista, con los radioescuchas más avezados de la radio en Veracruz. Y no pienso irme por voluntad propia, voy a esperar hasta que me corran.
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