Así como el universo azteca exigía que los dioses se alimentaran de los corazones y la sangre de los humanos para mantener el orden cósmico, el sistema político mexicano requiere y exige que en ocasiones se sacrifiquen algunos políticos para expiar las culpas del propio sistema. Los sacerdotes aztecas regularmente sacrificaban a los presos de comunidades enemigas o aquellos que robaban o rompían con el orden teocrático impuesto.
El Gobierno Federal sabe que en determinado momento, si los vientos no soplan a favor del próximo candidato a tlatoani con penacho tricolor, tendrá que verse obligado a sacrificar a la esposa de Javier Duarte. El pueblo, como el voraz Dios Azteca, necesitara ver cómo sacrifican la libertad de una mujer que soñó con la opulencia eterna.
No solo será con la intención de aplicar justicia, sino con la intención de aplacar la ira y el enojo del pueblo. La impunidad que protege a los malhechores es una bebida amarga que al pueblo le cuesta trabajo digerir.
Así que tenga por seguro que si por mayo o junio la campaña tricolor no cuaja en el ánimo del pueblo, el Gobierno Federal, así como el universo azteca lo pedía, tendrá que sacrificar la libertad de Karime Macías, la hija de la abundancia.
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