Édgar Hernández* / Veracruz después de tres periodos gubernamentales fallidos va de nuevo en busca de su destino.
La disyuntiva es Pepe Yunes.
En el camino está, sin embargo, un político -Miguel Angel Yunes- acerado y fortalecido por una larga lucha política y hoy dispuesto a enfrentar a quien se le ponga enfrente en su afán de imponer a su hijo Miguel, en la contienda por la gubernatura.
El punto es que todo lo hace a la mala por lo que ha enquistado en su entorno serios enemigos.
Si gana Morena y hace presidente de la República al “Peje”, Andrés Manuel López Obrador, la primera acción de venganza será revivir la famosa “Carpeta Azul” para fincarle responsabilidades jurídicas.
Si gana Dante Delgado la gubernatura, con o sin el amparo de Morena o vía coalición interpartidista, caro habrá de cobrarle al verdugo que lo llevó por tres años a prisión en 1996 producto de una aberración jurídica y en respuesta a una venganza política del Presidente Ernesto Zedillo.
Que feliz sería Dante pagando con la misma moneda.
Y si llega y gana Héctor Yunes Landa la gubernatura, lo primerito que hará es llamar a cuentas al primo incómodo para cobrar los agravios con prisión para él, así como Duartistas y Fidelistas. Incluso si no llega y gana pero se coaliga con Dante o Pepe Yunes buscará arrinconarlo para fincarle responsabilidades.
En todo ese mar de agravios juega, desde luego, un papel sustantivo la Fidelidad y el Duartismo lastimado, despojado de su dinero malhabido, pero dinero al fin.
Fidel Herrera no está muerto. Conserva aún fuertes relaciones con Dionisio Meade, padre de quien podría ser el próximo presidente de México, así como con el poderoso grupo Atlacomulco. Es dueño del Partido Verde y tiene dinero que le sale hasta por las orejas.
A nivel federal también el Peñanietismo también se ha sentido agredido, advertido y amenazado con el “Voy a cimbrar a México”.
Le incomoda la indisciplina y altanería de un sobrado gobernante con abiertas exigencias de toda índole escudándose en su aliado Miguel Angel Osorio Chong, secretario de Gobernación, cabeza del Grupo Hidalgo y decantado político quien podría terminar en el Senado de la República el próximo sexenio.
Y por ahí firulando otros más que le traen hambre.
Elba Esther Gordillo, poderosa ex líder magisterial que guarda información importante sobre los “beneficios” que arrojó su fallida alianzas con Miguel Angel Yunes Linares, la vieja guardia panista quien no le perdona como ha utilizado al PAN para su personal beneficio y la escritora Lidia Cacho, autora de reveladoras páginas ominosas contra el multicitado.
En política, sin embargo, todo se supera.
Los meses siguientes serán para la familia Yunes Linares de retos y posibilidades; de alianzas y decisiones, y de una lucha, acaso definitoria por alcanzar nuevos espacios de poder.
En el mejor de los casos el breve gobernador veracruzano podría imponer a su hijo en la gubernatura y hasta alcanzar para sí mismo una cartera ministerial como Procurador o Secretario de Gobernación si llega a la presidencia su aliado natural Ricardo Anaya.
No así si sucediera la alianza del PRI con el PAN para atajar a Morena entregando el poder a los azules y resguardando para el tricolor las plazas importantes como el Estado de México, Veracruz, Puebla y Jalisco a fin de que en el 2024 pueda de nuevo jugar no como partido bisagra sino en alianza para regresar al poder.
En realidad Meade es el punto medio entre el PRI y el PAN y a final de cuentas en la cúpula todo es negociación, una negociación en donde los alfiles son los gobernadores, los senadores espacios de premio y los diputados plataformas de lanzamiento.
Los partidos, en ese escenario, solo se acomodan de acuerdo a los intereses cupulares.
Por ello se ve, digamos natural, que en el PRI se modifiquen los estatutos para imponer a José Antonio Meade, quien de alcanzar la candidatura presidencial –previsible desde todos puntos de vista- llevaría como punta de lanza a Pepe Yunes ¡para hacerlo ganar!
Meade ha tenido una serie de desencuentros producto de las agresiones verbales de Yunes Linares, sin embargo, eso es lo de menos ya que en la lucha por el poder lo que importa son los acuerdos y un acuerdo es que no juegue su hijo para poder concretar la asunción de Pepe.
Y en el mar de posibilidades, caprichos y venganzas cuenta desde luego el blindaje político.
Ante el apetito de quienes desean ver tras las rejas al carcelero y hacer efectivo aquello de que los carniceros del presente serán las reses del mañana, un escenario previsible para el señor Yunes Linares es que se decida por un escaño en el Senado de la República, donde encontraría un nicho de confort sexenal y lo más importante, el fuero.
Los siguientes meses serán definitorios para la familia en el poder.
Ya por lo pronto los mayores, los que deciden desde la ciudad de México velan armas. Y es que están temerosos por la sustantiva ventaja del Peje que cada día suma más simpatías que habrán de traducirse en votos.
Y esto ya no lo para nadie, ni la huelga de hambre de Javier Duarte.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo
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