Deserciones de candidatos, en la cola de la preferencia electoral y sin capital para apoyar a sus candidatos en los 212 municipios, el PRI en Veracruz está viviendo la crónica de una muerte anunciada. El carro completo lo pulverizó Fidel Herrera Beltrán, la poca confianza en los administradores priistas la hizo talco Javier Duarte.
Lo cierto es que el panorama es completamente negro para los 212 candidatos a las alcaldías veracruzanas. El desánimo y la pereza descansa en el sentir de la maltrecha estructura priista. La pérdida de la gubernatura ha llenado de pesimismo las aspiraciones de los candidatos, sus seccionales ya no tienen fuerza. Por eso, el PRI no tiene futuro en Veracruz; por eso, va a perder estrepitosamente.
Sólo un verdadero milagro hará que el tricolor gane unos 30 municipios, y esos solo los más pequeños. La historia tricolor en Veracruz estará sepultada en el ánimo de los veracruzanos durante mucho tiempo; su corporativismo, su carrusel, sus mapacherías ya no le funcionan; su compra de votos ha fracasado, sólo le queda como consuelo el recuerdo y las glorias del pasado.
De aquí en adelante las candidaturas para diputados y senadores para la élite tricolor sólo se podrán comprar con trabajo de piso, con acercamiento sincero y genuino con las bases. Se acabaron los compadrazgos, sólo les consolará las nominaciones plurinominales. Y eso, solo por muy poco tiempo.
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