Armando Ortiz / Que no sirva la muerte del periodista Ricardo Monlui para que mercenarios que se hacen pasar por periodistas salgan ahora a decir que los están amenazando y que ellos podrían ser las próximas víctimas. Existe un sujeto, cuyo nombre no merece la pena mencionar, que se está victimizando y exige ahora, por parte de las autoridades federales protección, porque las autoridades estatales, a partir del gobierno de Yunes Linares, le retiraron sus escoltas. Cabe mencionar que este sujeto no perdió oportunidad para agredir a las víctimas de secuestro o a los periodistas que en ese tiempo criticaban duramente a Javier Duarte.
Dicho sujeto se puso al servicio de Fidel Herrera y de Javier Duarte, e hizo de la abyección un negocio que le dejó jugosos dividendos. Gozó de las mieles del poder podrido, y no tuvo empacho en presumirlo. Su grotesca subordinación lo alejó de los verdaderos periodistas que hasta la fecha lo repudian. De modo que cuando se pone a pedir que la gente se una por su causa sólo provoca nausea, reproches, repudio y más distanciamiento. El mismo reconoce que no hace periodismo, sino que lo suyo es el mitote: “Hay gente que le gusta mi estilo mitotero de decir la verdad, que a muchos incomoda, gracias por leerme tomare en cuenta tu comentario” (sic).
Este sujeto, que se dice perseguido, espera respuesta del gobierno federal para que le brinden protección. Pero, ¿quién nos protege a nosotros de sujetos como éste? Un sujeto que criminalizó a muchas de las víctimas en los tiempos de Javier Duarte. Tipos como ese mercenario enfermo causaron mucho daño al estado de Veracruz. Escudados en sus comentarios los funcionarios de los sexenios pasados hicieron lo que les vino en gana. Por supuesto esas alabanzas no eran gratuitas, mucho dinero circuló para que esas infamias fueran difundidas.
Otro punto que nos parece lamentable y que apunta a la Comisión Estatal de Atención y Protección para Periodistas es que se le haya brindado protección a sujetos como ese. ¡Que aberración! Que se estuviesen gastando recursos de los veracruzanos para brindar protección a un tipo que se dedicó a agredir a periodistas, que se puso de tapete de Javier Duarte. ¿Qué te pasaba por la cabeza Namiko Matsumoto cuando recomendaste que a ese sujeto vil le pusieran guaruras? ¿Te enteraste que con ayuda de ese guardia agredió a un maestro y que armaba desmadres en los centros nocturnos? Y es que el mismo señor lo reconoce en la carta que envía a la Secretaría de Gobernación: “La CEAPP a periodistas me retiro las medidas cautelares, desde que llego el gobierno de Miguel Ángel Yunes, desde que entro en funciones la nueva administración de la CEAPP, me fueron retirados los elementos que custodiaban a mi familia y a mi persona” (sic).
Sabíamos que los amigos de Javier Duarte, como los del periódico AZ y como el dueño del Buen Tono tenían escoltas pagadas para su custodia; pero también sabíamos de mercenarios que gozaban de privilegios y que vivían temporadas enteras en el hotel Xalapa, todo gracias a la recomendación de la CEAPP. Todo lo anterior nos sigue dando muestra de para qué realmente servía la CEAPP.
Mientras los periodistas críticos tomaban sus propias precauciones, mientras arriesgaban su integridad física y seguían publicando sobre el desastre financiero y el saqueo que ahora ya es evidente, los mercenarios de la información gozaban, gracias a la CEAPP, de protección.
Por supuesto el llamado de ese sujeto enfermo no tendrá eco; por supuesto tendrá que cosechar los que sembró, y me refiero al repudio, al desprecio. Ahora le convendría mejor guardar silencio y dejar de atormentarnos con sus paranoias; pero no lo hará, porque ya lo dijo él “hay gente que le gusta mi estilo mitotero”.
Comentarios