Quedó evidenciado en video como es que en una tienda Walmart ofrecían ofertas falsas; bastaba que encimaran una supuesta rebaja a un precio inflado para que el artículo se vendiera al precio que siempre ha tenido. Pero eso no sólo pasa en Walmart. En tiendas como Liverpool inventan descuentos para teléfonos celulares, conscientes de que el artículo tuvo, unos días antes, un sobreprecio. Otras empresas inventan promociones de hasta un 50 por ciento de descuento en artículos que se quedaron rezagados en bodega, artículos que urgen vender y que la gente compra creyendo que está haciendo la compra de su vida.
Sólo unas cuantas empresas se apegan al espíritu del Buen Fin, que es brindar artículos de excelente calidad a precios competitivos, incluso con descuento. Sin embargo, la mayoría se vale de la publicidad, del entusiasmo de los compradores y de los meses sin intereses para vender todo lo que les sobra. Por otro lado, están los compradores, esos que en 4 días se vuelven clientes compulsivos que buscan “aprovechar” al máximo el Buen Fin comprando artículos que ni siquiera necesitan, artículos que no les hacen falta.
Claro, las empresas se encargan de crear necesidades en los compradores, les hacen creer que no podrán ser felices si no se compran una pantalla más grande, un teléfono celular de primera generación, una chamarra para el invierno, unos zapatos deportivos con el 50 por ciento de descuento. Al final, ya tarde, en medio de una cruda cargada de deudas, los compradores vuelven a su triste realidad.