Un hombre que acusa falsamente a otro, que lo defenestra todo porque no cedió a sus presiones y que lo ve morir de cáncer sin poder defenderse, sólo puede ser calificado de sabandija vil. Ese es Arturo Zaldívar, quien como presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ejerció presiones «para mantener la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) y no frenar la construcción del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA)». La magistrada Amparo Hernández Chong, afirma que ella recibió presiones por parte de Carlos Antonio Alpízar secretario general de la presidencia del Consejo de la Judicatura Federal. Señala la magistrada: «Fueron amenazas telefónicas y personalmente con inicios de procedimiento, readscripciones, suspensiones e inhabilitaciones, advertencias que al final lograron cumplir».
Otro de los magistrados presionados fue Jorge Arturo Camero Ocampo; su caso es más dramático. Reporta el periódico Reforma: «El Magistrado del Décimo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa había adquirido notoriedad a principios del sexenio por su voto para frenar la construcción del AIFA, argumentando afectaciones al medio ambiente y la falta de consulta a comunidades indígenas. Según la denuncia, a raíz de esa postura, a Camero le revivieron un procedimiento disciplinario que ya antes había sido resuelto, es decir, lo juzgaron dos veces por la misma conducta. El 10 de octubre de 2019, Zaldívar anunció en rueda de prensa que Camero había sido suspendido para ser investigado como parte de una red de corrupción y al día siguiente, en su conferencia matutina, el Presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que al Magistrado le habían detectado un depósito de 80 millones de pesos. La carrera judicial de más de 30 años del Magistrado quedó aniquilada. Para Camero ya no hubo retorno, porque ocho meses después falleció de cáncer. Murió defenestrado».
Esas fueron las consecuencias de la corrupción de Arturo Zaldívar, quien ahora se dice la “víctima”.
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