Ángel Lara Platas / A lo largo de la historia nos hemos dado cuenta que en las luchas por motivos sociales o políticos, se lucha sin saber concretamente para qué se lucha.
Cuando nos independizamos de España, teníamos muy claro de quién nos independizábamos; pero no teníamos claro para qué nos independizábamos.
El siglo XlX en México, fue una larga etapa de luchas sanguinarias generadas por intereses personales o de grupo, prevaleciendo decisiones imperativas como: “Quítate tú para ponerme yo”. Es decir, ver a quién tirar, para ver a quién poner.
A pesar de las exigencias sociales, no ha habido grandes avances en la materia. Los mexicanos deseamos que quienes participen en la política sean ciudadanos preparados, experimentados, capacitados y aportantes. Que exista una correcta organización política y una mejor cultura de la legalidad. Que el gobierno represente un equipo de trabajo eficiente y honesto.
La gente clama porque existan mejores condiciones de seguridad para todos, pero principalmente para las mujeres.
Existen condiciones democráticas, pero no han adquirido la fortaleza suficiente para vivir en las mejores condiciones.
Es importante y oportuno cambiar los términos de la ecuación porque pareciera que estamos todavía en la fase experimental. Hay que considerar seriamente cambiar el quién por el qué.
El compromiso debe ser en la línea de cambiar las condiciones de vida que hoy no son dignas, que hoy no son seguras, que hoy no son humanas para la mujer.
Las mujeres en México se manifiestan cada 8 de marzo. La asistencia a las marchas se pronostica numerosa.
Cada año, en cada celebración, los agravios de las mujeres se expresan con estruendosa contundencia. Se sienten impotentes de que la violencia contra ellas lejos de bajar, tenga crecimientos.
Las mujeres viven en una situación de inseguridad, de violencia, de abandono.
Aunque, al mismo tiempo, utilizan los causes de las libertades para hacer grandes movilizaciones, grandes reclamos. Pero sus condiciones de vida se siguen desmejorando. Sin embargo, el reclamo de las mujeres adolece de la carga de la historia.
Saben contra qué se quejan, pero no para qué luchan. Más bien, no es no es que no lo sepan, sino que no logran expresarlo con mayor contundencia y objetividad.
El 8 de marzo faltó una conclusión clara de cuáles fueron los reclamos de la mujer para este y el próximo gobierno.
Los compromisos de campaña en relación a la circunstancia que actualmente viven las mujeres, deben convertirse en compromisos pactados con responsabilidad y decencia.
Quienes aspiran a la presidencia de la República, no deben ofrecer propuestas populistas de beneficios de corto alcance.
Por otra parte, hay que preguntarse por qué habiendo gobernadoras, senadoras, diputadas y una gran cantidad de mujeres ocupando altos cargos públicos en los tres niveles de gobierno, principalmente el federal, las condiciones de la mujer no han tenido cambios sustanciales. Ahora que todo indica que una mujer será la presidenta de México, en qué beneficiará a las condiciones de la mujer mexicana. ¿El feminismo tendrá un renovado impulso?
(Todos los créditos posibles para LFM Opinión)
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