Mira lo que son las cosas, una ley abominable como la ley Sí a la Vida fue promulgada en un colegio abominable, donde fue la cuna de los Porkys; y para colmo la promulgó un gobernador abominable, como lo es Javier Duarte de Ochoa, ante una iglesia abominable, como lo es la jerarquía católica. ¿Qué se puede esperar de esta ley? Sólo acciones abominables.
Por supuesto que el abominable Congreso del estado tiene mucha responsabilidad en la promulgación de esta ley. Ya se ha dicho en este espacio, uno puede o no estar de acuerdo con el aborto, pero con lo que no se puede estar de acuerdo es con que la iglesia dicte las leyes al estado laico.
Hoy Javier Duarte ríe y con él ríen los jerarcas católicos. No se dan cuenta del daño que causan no sólo a la voluntad de las mujeres, sino al Estado en sí. Este es el primer paso, en adelante, y al ver su victoria, la iglesia querrá meter las manos en la educación, en la comunicación, en la política social y hasta en el presupuesto.
Su idea es dejar de ser parásitos de un gobierno débil para convertirse en activistas de la democracia. No les extrañe que mañana un cura quiera ser diputado y se pueda postular para ello.
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