Decían los abuelos que cuando las cosas se hacen al madrazo, están siempre salen mal. El presidente López Obrador seguramente se identifica con esta manera de hacer las cosas. Tal pareciera que actúa de manera impulsiva, en ocasiones de manera ocurrente o guiado por impulsos y rencores. Y es que la fotografía donde aparece mirando el lodazal que le impide avanzar resultó lapidaria para él.
Esta lo muestra como un hombre que no sabe calcular la magnitud de las situaciones, se le observa preocupado y, sobre todo, inoperante. A pesar de los esfuerzos de los militares, el presidente se encontraba incomunicado y derrotado por las fuerzas de causa natural. Hoy, lo que realmente preocupa, es que su gobierno fue vencido por el Huracán Otis, lo que resulta criminal, es que no se les aviso a la gente en tiempo y forma.
Es cierto que ahora el presidente sale a decir en su mañanera que, si se les aviso a la gente, sin embargo, los mismos pobladores lo desmienten. Es más, el gobierno de los Estados Unido, ha confirmado que le avisó al gobierno mexicano de la magnitud del desastre natural. Por lo pronto Otis le ha pegado duro a la popularidad del presidente, y si le pega a él, le pega a su consentida.
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