Un día, a finales de 2020, llegó el subprocurador del Medio Ambiente al restaurante Vinissimo. Llegaba un poco retrasado porque había acudido a una diligencia a la granja porcícola Los Pinos, ubicada en El Lencero. Resulta que la contaminación que producía la granja, que arroja sus desechos a un arroyo que llega al río Actopan, había llegado a los oídos de Hugo López-Gatell. Un periodista tomó la información de Libertad bajo Palabra y le dijo al subsecretario de Salud: «En el municipio de Emiliano Zapata tienen una lucha de muchos años con un rastro ilegal que es un foco de infección, para todas las personas de ahí».
El encargado de ir a hacer la diligencia fue Ernesto Cuevas, el Gallo Bolo, quien comentó al periodista que lo esperaba que la granja presentaba diversas irregularidades, algunas de las cuales le pretendieron ocultar, pero que él, quien se las dio de muy avezado, no se dejó engañar. ¿Qué pasó? ¿Se clausuró la granja porcícola? Para nada. La granja sigue operando. ¿Cómo puedo seguir operando a pesar de tanta irregularidad?
Tiempo después el periodista que se entrevistó con el Gallo Bolo se enteró de que la granja pagó una buena mochada a la Procuraduría del Medio Ambiente, quien la dejo seguir operando. Esa es la manera como opera Sergio Rodríguez, el “cuenta billetes en calzones”, quien fue puesto ahí para sacar dinero a todo aquel que se deje.
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