Una de las cosas importantes que logró Cristo con su sacrificio fue proporcionar a la humanidad una línea de comunicación directa para obtener el perdón y la esperanza. Antes se debían realizar holocaustos y aun así, si el sacrificio era imperfecto nada garantizaba que la oración llegara a Dios. De acuerdo con la Biblia, hoy si alguien se quiere acercar a Jehová (nombre que la cristiandad ha querido olvidar) sólo requiere hacerlo a través de Cristo. Jesús vino a ser el equivalente de Adán para la humanidad. Jorge Luis Borges lo explica en su cuento, “La forma de la espada”, una narración estupenda sobre simulaciones e identidades.
Ahí explica que de alguna manera lo que hace un hombre es como si lo hicieran todos los hombres. Escribe Borges al respecto: “Por eso no es injusto que una desobediencia en un jardín contamine al género humano; por eso no es injusto que la crucifixión de un solo judío baste para salvarlo”. Pero no debemos creer que la salvación habrá de ser para todos. Si no que gracia tendría la fe. Tampoco debemos creer que el sacrificio de Jesús ha sido inútil; en tal caso, como razonaba el apóstol Pablo “comamos y bebamos porque mañana habremos de morir”.
La Semana Santa es para muchos sólo una temporada vacacional, para otros es época de representaciones teatrales inútiles, otros más practican una expiación premeditada que justifica su conducta vil por el resto del año. Mas que todo eso, estas fechas de Semana Santa nos deben poner a pensar un poco en que hemos estado haciendo para que el sacrificio que hizo un hombre justo, no sea inútil para nosotros.
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