Desde la Ilíada, el talón de Aquiles equivale al punto más vulnerable que cada uno de nosotros tenemos y que, en conocimiento de los contras, podría generarnos mucho sufrimiento. En el caso del presidente López Obrador, su punto débil fue haber confiado al cien por ciento en los mandos del Ejército mexicano y la Marina. Es de todos bien sabido que el funcionario responsable de la muerte de más de 40 migrantes es el contralmirante de la Marina Salvador González Guerrero, quien supuestamente dio la orden de no abrir las rejas.
Y es que, haciendo memoria hay que recordar las palabras del presidente en su Proyecto Alternativo de Nación, páginas 129-130: «El Ejército no debe intervenir para resolver conflictos de origen social… no debe utilizarse para asumir funciones que competen al gobierno civil o para suplir las incapacidades políticas de los gobernantes. La opción de utilizar la fuerza, sin importar con qué palabras se disfrace, conduce a la mayor represión y sufrimiento social y a más riesgos para la paz y la estabilidad política de la nación».
Hoy eso es letra muerta y todo por meter al Ejército y la Marina en puestos de origen civil.
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