Jessica “L” es una joven que trabajaba en una clínica ubicada en la alcaldía Miguel Hidalgo, ella, cuando estaba laborando, nunca pensó que sería arrestada por ser cómplice de un crimen que ella no conocía. Resulta que su papá, un día sin explicaciones, le pidió su tarjeta bancaria, ella accedió sin saber que su padre tenía una doble vida que no conocía. Y es que el señor era un extorsionador y era él quien tomaba el teléfono para meterles miedo a sus víctimas.
Fueron elementos de la Policía de Investigación (PDI) del Estado de México quienes la detuvieran al rastrear el número de cuenta donde el papá le pedía que le depositaran. Ella no estaba enterada de nada, incluso cuando fue interrogada negó todas las acusaciones que le hicieron. Sin embargo, como el dinero le caía en su tarjeta, fue señalada como cómplice.
Tras ser arrestada por la ley, el padre de Jessica “L” le llamó por teléfono para asegurarle que iría para sacarla de la cárcel. Sin embargo, esto no pasó y se presume que el verdadero autor intelectual de las extorsiones se dio a la fuga.
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