La Jornada se convirtió en lo que más odiaba, un medio al servicio del estado. Los que un día ahí colaboramos nos avergonzamos de su abyección

En algún tiempo, mientras cursaba estudios en la Escuela de Escritores de la SOGEM, en la Ciudad de México, entonces Distrito Federal, colaboré para el periódico La Jornada FOTO: WEB
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En algún tiempo, mientras cursaba estudios en la Escuela de Escritores de la SOGEM, en la Ciudad de México, entonces Distrito Federal, colaboré para el periódico La Jornada. Pablo Espinoza, veracruzano, encargado de la sección cultural, me dio la encomienda de cubrir para el periódico los conciertos de la Orquesta Sinfónica de Xalapa; a pesar de saber poco de música, y como a esa edad a todo decía que sí, hice algunas reseñas que fueron publicadas en La Jornada, el periódico de más prestigio en esa época, por su línea honesta y objetiva; por su voluntad de no someterse a los caprichos de los presidentes en turno.

Después cubrí algunas ferias del libro de la Universidad Veracruzana. Entrevisté a Vicente Leñero, reseñé presentaciones de Pitol, la Poniatowska y de Paz Alicia Garciadiego, quien hizo el guion para la película El coronel no tiene quien le escriba de la novela de García Márquez. Después hice algunas reseñas para el suplemento cultural que entonces dirigía mi maestro Hugo Gutiérrez Vega, quien vino a Xalapa a presentar mi libro La noche que murió River Phoenix. Entonces me sentía orgulloso de colaborar en La Jornada.

Quién se iba a imaginar que ese periódico, que durante tanto tiempo mantuvo su calidad y prestigio, habría de caer en una abyección que sólo puede ser comparada con la de El Sol de México en los tiempos de Echeverría, en los tiempos de Enrique Peña Nieto. Frente al atentado contra Ciro Gómez Leyva el periódico La Jornada muestra su postura en la Rayuela: “¿Y a quién beneficia un atentado contra el periodista?. Con esto agrega, el periódico fundado por Carlos Payán, al clima de linchamiento en contra de los periodistas, aportando argumentos a aquellos que dicen que todo se trató de un autoatentado.

No lamenta La Jornada el atentado, antes bien duda para blindar a su presidente, al sujeto que ha agredido a todos los medios, pero que ha brindado millones de pesos a La Jornada. Los que alguna vez colaboramos para La Jornada, hoy nos avergonzamos de su abyección. Se convirtió en lo que más odiaba, un medio al servicio del estado.

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