Édgar Hernández* / Veracruz vive por estos días vive el caos.
A escasos 156 días de entregar el poder el gobierno de Javier Duarte cierra maletas, clausura su gobierno y sus actores y cómplices destruyen evidencia alguna que los incrimine.
Muchos de ellos ya andan de pelada.
Parte del gabinete empezó a rematar sus residencias y propiedades, a sacar a sus familias del estado y a encargar a sus colaboradores tengan listo todo para la entrega-recepción.
Mientras el mandatario saliente Javier Duarte busca en la desesperación blindarse, salir librado de la destrucción y muertes provocadas por su gobierno y en venta de garaje cede y remata parte de los bienes del estado que ni siquiera pertenecen a su gobierno, solo los tutela.
En paralelo entrega a quien va a apagar la luz cuando su gobierno salga, al Fiscal Luis Angel Bravo Contreras, terrenos y helicópteros para que apechugue.
Impone asimismo al otro cómplice Francisco Portilla Bonilla, como Fiscal Anticorrupción para que lo exonere antes de que llegue el primero de diciembre y le pide a ORFIS y a la Comisión de Vigilancia del Congreso del Estado, den carpetazo a la cuenta pública 2015-2016.
En acciones de franca desesperación regala estadios, el centro de negocios WTC, el velódromo, parques públicos y bienes inmuebles, incluida la “Casa Veracruz”, por la vía de la donación.
En un falso afán por mostrar la generosidad del buen gobernante acomete decisiones que confunden, irritan a la ciudadanía.
Y lo más grave, deja a Veracruz una deuda que por estos días, según el especialista en economía, el doctor Hilario Barcelata, rebasa los 127 mil millones de pesos. Ello con el agravante de que a su rival, a su peor enemigo, Miguel Angel Yunes Linares, lo deja sin quinto en las arcas.
No le deja un centavo. Ni siquiera para pagar la quincena de diciembre, menos aguinaldos.
Javier Duarte malévolamente intenta que Yunes Linares no tenga margen de maniobra y se concrete a solo ver pasar el ingreso del estado al etiquetar el 4% por ciento del ingreso del estado (40 mil millones de pesos) anuales para la UV; 2 mil millones de pesos para el Poder Judicial y mil 500 millones de pesos para la Fiscalía.
A ello se suman los 73 mil millones de pesos anuales que se paga a la burocracia que rebasó los cien mil empleados ¡cien mil empleados! Que tiene el gobierno.
Eso es lo que pasa por estos días en donde los rumores se han apoderado de Veracruz.
Una presunta enfermedad de Duarte, su misma presencia este viernes 25 de junio en las oficinas de la PGR para aclarar el tema de las 26 empresas fantasma que descalabraron el presupuesto, y la urgencia de la Auditoría Superior de la Federación por que se aclare el uso y destino de 35 mil millones de pesos desviados en los últimos cinco años.
El gobierno de Javier Duarte se está derrumbando.
Mientras el gobierno federal es omiso. Lo deja solo. Apresura el paso a quienes lo van a enjuiciar. Decisiones fuertes están por tomarse. Ya se mostraron las primeras señales con la renuncia de Manlio Fabio Beltrones; viene el ajuste en el gabinete y la guillotina de la justicia para los traidores y los que no cumplieron.
Por estos días se cierra el círculo en torno al ex gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina, a punto de trasponer la cárcel ¿Quién sigue?.. en los días por venir la Cámara de Diputados habrá de pronunciarse en torno al juicio político al gobernador veracruzano.
Duarte está solo.
Parte de su familia ya puso tierra de por medio y él mismo se ha recluido dando paso a versiones extremas en medio de la condena generalizada.
Ya mismo un libro editado por la prestigiada empresa periodística Proceso da cuenta de la herencia que deja Duarte al pueblo veracruzano.
Bajo el título de “El Infierno de Javier Duarte”, el periodista y escritor veracruzano Noe Zavaleta da cuenta –vía crónicas y reportajes- de las atrocidades cometidas por un gobierno represor mataperiodistas, sumido en la peor de las corrupciones que se tenga memoria.
El libro de Zavaleta –cuya primera edición ya se agotó- recuerda guardada proporción, los genocidios de los países bananeros de Centroamérica.
Regresa a mi flaca memoria ese viernes cuando Pascual, un solitario hombre de 28 años de edad disparó cinco veces contra el dictador nicaragüense Anastasio Somoza.
Fue en un baile en Managua, allá por 1956. Pascual Rigoberto López Pérez se acercó bailando de manera graciosa, desenfundó y ¡zaz!.. tendió al presidente.
Pascual poeta nacido en la provincia de León recibió como respuesta de la guardia que “vigilaba” al dictador 54 balazos que lo desfiguraron.
Luego Nicaragua empezó a sufrir la más feroz represión militar de las que se tenía memoria: su ciudad natal, León fue destruida en su totalidad y en sus calles arrojadas toneladas de sal para que no naciera nunca más una “entraña de maldad”.
Hubo que sucederse una revolución para extirpar 28 años después a esta dinastía sangrienta que gobernó Nicaragua como su finca familiar.
Han pasado 60 años desde que un poeta suicida disparó contra Anastasio Somoza García, el padre de la dinastía más sangrienta de la historia de Nicaragua.
En Veracruz una revolución electoral ha sucedido. 86 años de historia se vinieron a tierra. Terminó una dinastía sangrienta, la del fidelato.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo
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