*Desde liberación de Ovidio capos midieron al Presidente
Carlos Jesús Rodríguez Rodríguez / SI ALGO tiene el Presidente Andrés Manuel López Obrador, es que suele ser muy obvio, y su actitud ante el abatimiento de un presunto delincuente y detención de otros dos tras una peligrosa balacera en el centro de Orizaba la tarde del lunes, solo confirmaría la denuncia que el ex diputado Federal, Porfirio Muñoz Ledo realizó hace unos días en la que acusa a “operadores de MoReNa”, entre senadores, gobernadores (como el de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez); la secretaria de Energía, Rocío Nahle y el actual dirigente del Movimiento de Regeneración Nacional, Mario Delgado Carrillo en una red de lavado de dinero, financiamiento ilegal de campañas y desvío de recursos. Y es que AMLO, en franca defensa y protección a ultranza de su gobernador más querido, asumió la mañana de este martes que lo ocurrido la tarde del lunes en Pluviosilla “no fue tan grave” (cuando en realidad lo fue), ya que mujeres, hombres y niños corrían aterrorizados ante el estruendo de los balazos, mientras comerciantes bajaban sus cortinas para evitar vandalismo, pero el mandatario muy quitado de la pena explicaba en franca protección de su pupilo (que ahora se sabe porque defiende tanto) que: “cuando se detiene a algunos dirigentes de bandas, a veces para tratar de impedir reacción de las corporaciones, pues hacen propaganda, en este caso hasta transmitieron en vivo, y lo de los camiones que les prenden fuego tiene ese mismo propósito”. Pero esto no había ocurrido en el País sino hasta después de la detención de Ovidio Guzmán López en Culiacán, Sinaloa, y tras una balacera, quema de autos y amenaza de disparos contra las viviendas de los soldados y sus familias, el Presidente ordenó la liberación del capo, y con ello se marcó un precedente que a la fecha se replica en todo el País, esto es, cuando un importante delincuente es detenido, el bloqueo de calles, carreteras, quema de negocios, autos y transporte se convierte en algo cotidiano para presionar a las autoridades, algo que para el tabasqueño “no tiene la menor importancia”, como solía decir el inolvidable Arturo de Córdoba.
POR ELLO ahora que le tocó a Veracruz, donde dice gobernar su protegido señalado por Porfirio Muñoz Ledo como parte de una red de financiamiento ilícito a Morena, el presidente Andrés Manuel López Obrador, muy quitado de la pena dice que la balacera que se prolongó durante casi tres horas en Orizaba, “no fue tan grave” y que la quema de vehículos y transmisiones en vivo son actos de propaganda contra su gobierno, aunque “desde luego deseamos que esto no pase, fue más un asunto de propaganda y en redes, porque fue una transmisión en vivo y nuestros adversarios ya saben, se dan gusto”, insistió en ese afán de echar culpas sin asumir la responsabilidad que le compete como jefe del Ejecutivo Federal a casi 4 años de estar al frente de los destinos del País culpando a otros de su fracaso. Y es que AMLO, ajeno a su deber, califica el hecho de “ruidoso, escandaloso, sensacionalista y amarillista”, pero lo cierto es que la balacera de Culiacán, Sinaloa en Octubre del 2019 para liberar a Ovidio, se sigue replicando en municipios fronterizos de Tijuana, Mexicali, Tecate, Playas de Rosarito y Ensenada, además de ciudad Juárez, Chihuahua; en Zacatecas, Nuevo León, Guanajuato, Jalisco, Sonora y en infinidad de Estados del País cuando un capo de cierta relevancia es detenido o abatido, y Orizaba no fue la excepción, aunque el Presidente, en aras de seguir protegiendo a su eminencia diga que “afortunadamente no fue tan grave”, para luego argumentar que esos ataques se dan en respuesta a la buena actuación de la Guardia Nacional (en Orizaba no fue contra la Guardia Nacional sino contra la Policía Estatal), por lo que aprovechó la balacera para pedir la aprobación de la integración de la corporación a la Secretaría de la Defensa Nacional. “Lo que queremos es proteger a la gente, a los ciudadanos, a lo mejor los que no quieren que la Guardia Nacional esté apoyada por el Ejército y la Marina es porque quieren, en el mejor de los casos, que nos vaya mal”, replicó colocándose el traje que más le gusta lucir: el de mártir, sin menoscabo de los abusos de la GN incluso contra la prensa al momento de transmitir.
PERO CON todo y ello siguió con su cantaleta de militarizar a la guardia nacional, sin importar mayormente que en los hechos del lunes en Orizaba cayeran inocentes: “ojalá se apruebe, y vamos a seguir con el debate porque no es militarización, y vamos a seguir probando que no se violan los derechos humanos, que se cuida a la gente”. Ya defendido por su protector, el Gobernador Cuitláhuac García Jiménez lo secundó este martes aduciendo que “no existen focos rojos en el estado”, pese a que el fin de semana fue atroz en materia de inseguridad, puesto que en Martínez de la Torre, Tlapacoyan, Córdoba, Boca del Río y otros municipios se contabilizaron 10 muertes violentas, además de que siguen apareciendo ensabanados, ejecutados con tiros de gracia y cartulinas amenazantes, vehículos incendiados y negocios rafagueados por el cobro de piso, pero eso o se lo ocultan al Gobernador o al igual que su jefe no le presta la mayor importancia, que al fin y al cabo los muertos no son de sus familias.
YA LO dijo a finales de Agosto el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar: “el problema de inseguridad por el que atraviesa el país tiene efectos económicos. El impacto en la inversión es muy real. Con la inseguridad se enfría la inversión de los Estados Unidos y de otros países aquí en México y eso es lo contrario de lo que debiera pasar bajo del sueño del T-MEC. Debería haber más inversión, pero la inseguridad es un factor grande para los empresarios”. Peor aún, cuando el Presidente Andrés Manuel López Obrador califica de todo lo negativo a inversionistas extranjeros que, según él, solo vienen a saquear, aunque tras la visita del secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, AMLO cambio hasta el discurso, y anunció que cancela el mensaje que daría el 16 de este mes para denunciar el saqueo de las empresas estadounidenses a México, lo que todo parece indicar que el Presidente será lo que fuere pero no traga lumbre, y que solo basta que el gigante de Norteamérica le apriete las tuercas para que se convierta en un corderito, sabrá Dios porque motivos.
COMO SEA, el País se encuentra inmerso en un clima de inseguridad, y todo parece indicar que al Presidente López Obrador la delincuencia ya le tomó la medida, por lo que no se descartan nuevos choques como los ocurridos en varias partes del País si se detiene a algún importante capo, aun cuando mantenga esa malograda política de abrazos no balazos que tiene en pánico a la población y empoderada a la delincuencia, mientras el Presidente y su equipo de seguridad, por temor a contradecirlo, sigan echando culpas al pasado. Así de simple. OPINA [email protected]
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