Jorge Flores Martínez /
Indignante. f. Sentimiento de intenso enfado que provoca un acto que se considera injusto, ofensivo o perjudicial.
Indigno. adj. Que no tiene mérito ni disposición para algo.
México es ahora el país de la indignación generalizada, no hay forma fácil de conformar una línea que delimite una indignación de otra, todos estamos indignados.
Nos indigna que erijan un monumento al presidente, pero otros se indignan que esta sea tirado al suelo, nos indigna que la vacunación y toda la estrategia contra el covid haya sido un absoluto fracaso, a otros les indigna que la pandemia sea utilizada por los opositores para golpear al gobierno.
Nos es indignante que desde el poder se golpee a los organismos autónomos con el objetivo de destruirlos, otros gritan que los sueldos de los consejeros son indignantes en un país con infinitas necesidades. La indignación es de todos, somos un país indignado.
Nos indigna la corrupción que vemos en la actual administración, otros les parece indignante la terrible corrupción que siempre ha existido en total impunidad en nuestro país. Es indignante el uso político de la justicia, pero sin duda, también es indignante que siempre ha sido así.
Si me preguntan y hubiera alguna forma de determinar el estado de animo de los mexicanos, no dudaría ni un instante en responder que estamos indignados, dejamos el enojo y la impotencia para estar ahora plantados en la indignación generalizada.
Pero en este estar indignados nos hemos olvidado de los indignos, esos que son la causa de nuestra indignación, los responsables de nuestro estado de animo nacional.
Porque no es los mismo y nunca lo será, estar indignados que ser indignos.
Lo que nos corresponde a los mexicanos no es seguir buscando más indignación, la que tenemos nos basta y sobra, por momentos parece ser que la indignación es lo único que nos une como sociedad y nos olvidamos de los indignos.
Los indignos ahí están, a carcajada limpia burlándose de todos nosotros los indignados, se saben seguros en su ser indignos entre tanta indignación que causan.
Los indignos niegan sus medicamentos a lo niños con cáncer, gastan miles de millones de dólares en obras sin sentido y abandonan la salud y la educación a su suerte. Los indignos gobiernan indignamente y son, también, una oposición acorralada en su indignidad.
Solo espero que esté muy lejos el día que dejemos de estar indignados y pasemos a ser un país de indigentes indignos de decirnos mexicanos.
Encaucemos nuestra molestia contra los indignos que nos indignan tanto con sus actos.
En eso creo que todos podemos estar de acuerdo, por ahí podríamos empezar.
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