Javier Duarte es un maestro del cinismo, y repetimos, cínico viene de perro. Para poder obtener prisión domiciliaria y así burlarse de los veracruzanos que lo quieren ver muchos años en la cárcel, el exgobernador le dijo al juez que el no huyo a Guatemala, sino que se portó institucional al aceptar el pacto con Enrique Peña Nieto que le había indicado Osorio Chong. ¿Cuál era ese pacto? Pues que dejara el gobierno de Veracruz, se retirara a Guatemala y su familia sería dejada en paz. El juez no dio crédito a los dichos del exgobernador.
Pero no sólo eso, Javier Duarte se quiso pasar de listo cuando dijo que ya no tenía bienes ni cuentas de banco, que se había quedado sin nada. Pero el muy estúpido le dijo al juez que si le daba prisión domiciliaria ya tenía lista la renta de un departamento de 25 mil pesos mensuales la renta. Pobre “perro” cínico. Si no tiene dinero, cómo pagaría 25 mil pesos mensuales de renta, más sus gastos, más lo que cobran sus abogados.
Ahí el juez federal se dio cuenta de lo marrullero que es el exgobernador, y que, si no tiene nada a su nombre, sí tiene prestanombres que le guardan sus propiedades y su dinero. Sabemos, por ejemplo, que Moisés Mansur, uno de esos prestanombres, tiene en su testamento como heredero de sus bienes a Javier Duarte.
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