Lo que no se escribió acerca del congreso estatal de escritores

Congreso Estatal de Escritores FOTO: ÉDGAR LANDA
- en Opinión

Édgar Landa Hernández / Las capacidades olfativas de los vigilantes son frágiles. A cada una de las personas que desean ingresar al congreso del estado son revisados minuciosamente, no sea que porten algún arma o artefacto explosivo que ponga en peligro la integridad de las personas. Después de la revisión, pueden pasar.

El ambiente huele a letras e inspiración. Ataviados con sus mejores galas cada uno de los escritores hace su entrada magistral saludando a diestra y siniestra. Nombres y renombres, famosos y no famosos se conglomeran para participar y disfrutar del momento, su momento. Yo, escoltado por mi comitiva que siempre me acompaña a todos lados, ¡Mi familia!

La escritora Lilitt Tagle me pide amablemente que le ayude a llevar la pintura al recinto principal. Es una obra de la artista Plástica Renatta Vega Arias. Cada instante se va armando como un acto de una gran obra de teatro, así como de nuestros pensamientos y nuestras alegrías. Y continúo mi viaje.

En mi recorrido me encuentro con el amigo Toño Venerozzo, el encargado de facilitarnos el caballete para colocar la obra de arte, representativa a la portada del libro “Voces de la escritura” compendio de obras de cada uno de los asistentes al congreso literario. Editado por la Empresa xalapeña y editora “Manantial entre arenas”

La sensación de alegría es amplia y se refleja en la eterna sonrisa que dibujo, no únicamente de esta ocasión, desde siempre, desde que sé que estoy vivo. En mi trayecto observo a Leonel, joven poeta y emprendedor, apurado a armar su stand de libros para poderlos ofrecerlos al público.

Él está contento porque uno de sus poemas estará dentro del libro. Nos enfrascamos en pequeña charla y compartimos números telefónicos para un encuentro posterior. En la mesa: un escueto refrigerio que consta de un café bastante malo y unas insípidas galletas saladas de marca comercial.

Cómo dilucidar los efectos que experimenté después de compartir con tanta figura de la literatura. Es como cuando redacto cada texto, cuando mi sentir aflora y lo transmito en cada línea, en cada pensamiento teniendo la certeza que algo ya no te pertenece, que ya no formas partes de esa realidad. Tal vez es parecido a tocar el umbral de algo magistral, algo que está más allá de los sueños y se enclava en lo alto, donde mora el altísimo.

Después de conocer en persona a varios amigos escritores, de escuchar una infinidad de estilos, poemas y sentires, de quedar perplejo ante magistral discurso emitido por el fino amigo Mario Millán, ya cuando falta poco para que el gran evento culmine, sucede algo inesperado, algo fuera del script y que me provoca una sensación de melancolía y sobre todo de asombro.

Una mujer de edad adulta se presenta en el estrado, comenta que ella ha estado ahí desde que dio inicio el evento y esperaba ansiosa la oportunidad que le permitieran poder subir y deleitarnos con una poesía, que a decir de ella, se la aprendió cuando era apenas una niña. Con una voz cansada por los años, con su cabello matizado de plata pero con un corazón palpitante y alegre por permitírle ser parte del colectivo Café literario. De aspecto humilde pero rica en sentimientos.

Comenta que en sus años mozos, en su escuela primaria le decían “Romerito” declama una de tus poesías, y ella lo hacía de una forma excelente. Ella trabaja para poder llevar el sustento a casa. Su forma de percibir la vida es desde abajo, desde los que nada tienen, de los que día a día se levantan y dan gracias al cielo por poder sobrevivir un día más , como ella misma dice: ¡nuestra patria está sitiada por gente sin escrúpulos! que simplemente ven el poder una forma de enriquecerse olvidándose de la clase desprotegida.

El público la ovaciona y le aplaude, ahora ella es parte de los que celebran el evento y se convierte en parte importante del mismo. Recita su poesía con gran agilidad. Su mente es sagaz y sabe lo que hace. Le pide al Colectivo que la integren al equipo y entre aplausos así se hace. “Romerito cumple su sueño, subir al escenario a unirse al regocijo de la literatura.

El amigo Juan del Ángel le da un cálido recibimiento.

El evento culmina. Con el asombro pacífico cubriendo de mis pupilas, de la alegría golpeándome mi rostro, de mis sueños susurrándome al oído.

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