Al parecer, la prédica de Andrés Manuel López Obrador de no mentir, no robar y no traicionar sólo es una perorata para Cuitláhuac García, gobernador de Veracruz. Ahora que nos hemos enterado de que Carlos Lomelí, superdelegado en Jalisco, estaría asociado a una red de corrupción en la que el actual gobierno de Veracruz está involucrado, nos vamos dando cuenta que los vicios corruptos que tenía el gobierno del Tío Fide y del robusto Javier Duarte, se repite con el gobernador salido de las filas de Morena.
Antes de conocer esta información, el mandatario veracruzano todavía se paró el cuello y anunció hace dos meses atrás que había dado la instrucción para que los concursos de los proveedores de medicamentos se hicieran en licitación pública abierta; de esta manera, los costos serán menores y los ahorros generados se aplicarán en la compra de medicinas, contratación de personal y construcción de espacios dignos.
Sin embargo, era mentira, Abisalud firmó a finales de diciembre de 2018 un contrato con el gobierno de Veracruz. Cuitláhuac García, gobernador de Veracruz, le asignó directamente, sin licitación un contrato por 36 millones. Resulta muy sospechoso asignar un contratado de esa cantidad, sin recibir el moche acostumbrado. Ese grupo farmacéutico ha vendido miles de millones de pesos en contratos gubernamentales en siete años (2012-2019).
Tan sólo una de esas compañías, Abastecedora de Insumos para la Salud, Abisalud, ganó, en lo que va de 2019, más de 164 millones de pesos, adjudicados por el Gobierno Federal encabezado por Andrés Manuel López Obrador. Ni hablar, comienzan a salir los cochupos del gobierno del cambio de Cuitláhuac García.
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