La opinión general es que Andrés Manuel López Obrador está haciendo las cosas bien. Su proyecto de nación es compartido por millones de mexicanos que le siguen dando su aval. Su popularidad está arriba de un 80 por ciento, los mexicanos creen en él. Sin embargo, existe un grupo de mexicanos que están conscientes que a AMLO no le firmaron un cheque en blanco; también son millones, pero no tantos como los que se entregan en cuerpo y espíritu al presidente de México. Estos mexicanos se han dado cuenta que López Obrador no puede estar en cada Secretaría, en cada subsecretaría, en cada dirección o subdirección de gobierno.
Son miles los que se están pasando por el arco del triunfo las disposiciones, los lemas y los preceptos de la Cuarta Transformación. En los estados donde gobierna Morena están así. Los diputados y los miembros de los gabinetes estatales no entendieron que la Cuarta Transformación implica no mentir, no robar, no traicionar; implica desterrar prácticas como el nepotismo y el influyentismo. AMLO no se ha dado cuenta o no se quiere dar cuenta, pero llamados de atención ha tenido.
En Veracruz abuchearon a su gobernador, en el estadio de los Diablos Rojos lo abuchearon a él. No se trata de ser tan simplista y decir que un grupo fifí de la mafia del poder es responsable de los abucheos, no se trata de ser tan simple como decir nosotros somos más, algo se tendrá que corregir, y si no lo entiende López Obrador, entonces que espere más abucheos.
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