Bernardo Bravo Manríquez, presidente de la Asociación de Citricultores del Valle de Apatzingán Michoacán, fue asesinado a balazos dentro de su camioneta en la comunidad de Los Tepetates, en el municipio de Apatzingán. Bravo, originario de la región y defensor empedernido de los productores de limón, sector que representa el 80% de la producción estatal y es clave para la exportación a EE.UU., había denunciado públicamente las extorsiones del crimen organizado que asfixian al gremio citricultor. En febrero de 2025, Bravo alertó en redes sociales sobre amenazas recibidas tras el cierre temporal de oficinas del Tianguis Limonero, un mercado mayorista que organizaba, exigiendo a las autoridades federales y estatales medidas contra las “cuotas de piso” impuestas por grupos como Los Viagras, Los Blancos de Troya y el Cártel Jalisco Nueva Generación.
A finales de septiembre, describió la situación como un “secuestro permanente” de los productores, con cobros que alcanzan hasta 3.5 millones de pesos por 21 agricultores, según datos de la Fiscalía de Michoacán. Participó en protestas por precios justos y mesas de diálogo con gabinetes de seguridad, pero la violencia persistió, reduciendo reportes de extorsión sólo marginalmente (20% en 2022).
Horas después del homicidio, autoridades federales y locales detuvieron a Rigoberto López Mendoza, alias “El Pantano”, presunto autor material e intelectual, vinculado a Los Blancos de Troya como jefe de cobros de extorsiones; entre sus pertenencias hallaron credenciales de la asociación de Bravo. Cabe señalar que el padre de Bernardo Bravo Manríquez fue asesinado de la misma manera por el crimen organizado.
