Ya se sabía que la gobernadora de Veracruz es una funcionaria de pocas pulgas. Los que han trabajado cerca de ella señalan que es una persona difícil de tratar. Su autoridad como la principal responsable del estado, en cualquier momento se transforma en autoritarismo. Sobre todo, cuando está es cuestionada con preguntas que le incómodan. Un ejemplo muy claro fue cuando una compañera reportera le pregunta, si se había renovado el seguro de desastres.
Inmediatamente la gobernadora, hace una mueca de sorna y rie para si misma, y no contesta la pregunta. Sin siquiera saludar, se dirige a un uniformado y le cuestona si este es de marina, a lo que el militar le dice que no, que el de marina está allá, señalandolo.
La comunicadora la vuelve a cuestionar con la pregunta, y Rocío Nahle solo se limita a decir «que no se trata de dinero». Cómo se puede ver, los veracruzanos tenemos una gobernadora corta de mecha, que se molesta cuando le hacen preguntas que le incómodan. Cómo dijeran los Godínez, si no quieren que les pregunten, para que se alquilan.